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jueves, 1 de agosto de 2013

Quereres ajenos

Como si te hubiese robado una chance, una puerta, algo que no era ni mío ni tuyo, pero que sin querer era un poco de ambos. No quise llevarme conmigo a los que éramos, esa conjunción mágica de instantes poco retratados al que llamábamos juventud, perdoname. En ese entonces, no entendía lo enredados que ya estábamos, no me di cuenta, o me di cuenta después que es un poco lo mismo.
Ya no sé en que idioma vomitarlo, pero ¿de qué serviría? si nuestro único lenguaje se compuso siempre de miradas inconclusas, de transportes públicos, y abrazos de más.

Es esa sensación casi tangible, de nunca volver atrás, la misma sensación, que tuve hace tiempo, cuando en un descuido rompí la cajita de música, (¿te acordás?) incluso después de pegarla, realmente parecía intacta, pero ya no sonaba, estaba muerta, embalsamada.
¿Nos maté de a poco?
¿Acaso fui yo el desagradable motivo que nos enmudeció?
Porque así es como me veo ahora, oculta en el mismo jardín, mirándonos desde la misma ventana, pero esta vez, estamos inmóviles y en un silencio desgarrador, como estatuas.

Yo sé que pedirte perdón, es un poco cagarme en vos, no te enojes, pero no me sale de otra forma. Así te quise invariablemente, un poco mal, un poco a mi manera, que no siempre fue la mejor.

3 comentarios:

  1. Me gustó mucho Victoria.
    "Es esa sensación casi tangible, de nunca volver atrás", eso que se va y no regresa.

    Saludos...

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Gracias Andy por tomarte tu tiempo para leer y comentar !
    (soy un poco fan de la palabras tangible e intangible, aparecen seguido por aca jaja)
    saludos!

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