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miércoles, 27 de marzo de 2013

Periplos cancela sus aventuras cotidianas (y no tan cotidianas) hasta nuevo aviso. Tal vez en dos días renazca nuevamente, o quizás en 3 meses. El problema con lo que va a pasar es, que es algo tan intangible, que no tenemos la certeza de absolutamente nada. Sólo tengo una cuasi-certeza, de que va a volver con nuevas aventuras pronto.
Gracias a todo aquel que dedico un poquito de su vida, en pasar a visitarnos, y muchas más gracias a quien paso y al leernos pudo sentir algo, por más pequeño que haya sido, algo que los haya hecho sentir vivos.
Hasta pronto!

Desde otros lados

¡Mirá esas nubes!- Le dijo emocionada, interrumpiendo quien sabe qué hermosas palabras. Miraba las nubes fascinada, y a él mucho no le importó entonces, que lo haya interrumpido.
-¿De qué estarán hechas?- Le preguntó, mientras movía la cabeza a la derecha buscando formas conocidas.
-De algodón- le dijo el sonriendo, y también buscando.
-Y de esa flema que te sale cuando estás resfriado- respondió ella seriamente.
-Pareciera que estamos como en un cosito esos de recuerdos, que movés y cae nieve, pero que son redondos en el cielo. ¿Vés? Como este cielo.
-Sí, es verdad, atrapados en un cosito nieve. ¡Mirá! 
Una bandada de pájaros que parecían hechos de papel de diario de lo frágiles y lejanos, cruzó por las nubes-flemas-de-algodón.
-Puedo sentir, que si estiro el brazo, puedo llegar a tocar el cielo, ¡Qué extraño!
-Imaginate si alguien nos está viendo, del otro lado
-¿Desde otros planetas?
-Del otro lado del cielo.

...

Se quedaron un rato mirando, ensimismados. Ella relojeaba de a ratos el mar, que parecía perderse en el cielo. Mientras, intentaba recordar las palabras de un cuento que había leído hace tiempo, " (...) helados en un tiempo tan antiguo como la cola de un cometa."

...

-El cielo no me asusta tanto, es un misterio que personas como vos y como yo, nunca vamos a resolver. Me refiero, a que no voy a ir mañana en un cohete espacial. Está cerca y lejos nuestro.
Lo que me aterra es el mar, las aguas, y todos sus abismos y secretos. Es una idea que me viene revoloteando desde que leí un cuento de Ray. Pensá, puede que allá abajo vivan criaturas que existían hace millones de años, y sigan viviendo así, como se vivía hace millones y millones de años, desconociendo la existencia humana, y un día sin más ni menos..

 ¡Púmbate! ¡Se despiertan y quieren venir a comernos!

Una risa contagiosa empezó a subir entre los dos, esa risa que se mezcla con el miedo, la adrenalina y el frío. Se reían, porque eran jóvenes, y estaban juntos cerca del río, y todo lo demás importaba poco en ese instante, mientras se reían, adentrándose en los misterios más antiguos de este mundo.

- Ahora sí estoy empezando a tener un poco de miedo- le dijo él todavía con un rastro de sonrisa, mientras se sentían ruiditos alrededor del río.

A esta hora de la noche, todo estaba permitido, desde otros seres mirándonos desde otros mundos, hasta serpientes marinas de doce metros, dormidas desde hace quince millones de años, bajo nuestros pies. Después de todo, el cielo tal vez no es tan lejano, pensó mientras veía en los ojos de él, como millones de estrellas fugaces, encontrándose.

lunes, 25 de marzo de 2013

Utopía barata

Nunca me sentí a tu altura. Vos te erguías, largo, infinito, asomándote a los misterios del mundo, mientras yo apenas, alcanzaba un poquito de cielo, en el intento de treparme a un arbusto inestable.
Fuiste una sombra con muchas, (pero limitadas) caras. Hubo una que nunca me dejaste ver, y eso (creo yo) me fue matando de a poco. Yo sólo llegué a conocerte a medias, ni siquiera me adentré en los jardines de tu patio, apenas si llegué a tocar el timbre, que no siempre atendías, y yo me quedaba en la puerta, esperando. Nunca sentí que pudiera realmente tenerte, que pudieras mirarme a los ojos y ver una respuesta, que fuese alguien por quien te desvelaras noches enteras. No niego que me quisiste, lo hiciste, pero siempre desde el umbral, por las dudas, siempre con ese maldito cuidado de no dejarte llevar por ningún impulso, ni por nada.

Me limité a creer que eras asi, que ni yo ni nadie alcanzaría jamás a recorrerte del todo, y es por eso, que siempre fuiste para mí una utopía, que cuanto más cerca tuyo estaba, no te llegaba ni a acariciar el alma, por más que estirara y estirara el brazo, y se me mezclara la sal de las lágrimas en el fondo de tu vaso. Y el abrazo al final era una mentira, un intento en vano de querer sentirnos un poco menos solos. Y yo lloraba, porque por más que estuviese al lado tuyo, por más que me estuvieras abrazando, te sentía infinito, abismal, te me escurrías de los brazos. Siempre fui una baldosa suelta, de esas que te acordás los días de lluvia, en los momentos de desesperación, y ni siquiera. Y vos eras como un humo gris, un humo gris, salido de quién sabe, que mágico cigarrillo homicida, eras como ese que salía de tu boca, la tarde que nos sentamos frente a la fuente, sin saber que más decir. Eras un humo gris, que se alejaba cada vez más, como ese que escapaba de tu boca, esa tarde que me dijiste que me querías tanto cómo para dejarme ir, y yo no dije nada, porque ya no había diccionario en donde ocultarme de tanta mierda intangible, y ni siquiera.

martes, 19 de marzo de 2013

Como asuntos pendientes

- Tengo miedo que te vuelvas un asunto pendiente. Algo que nunca descubrí, cómo una droga que nunca probé, por dos cosas, el miedo de volverme adicta y la certeza de saber que en cierto punto me va a hacer mal. Es estúpido, ya lo sé, porque vos me viniste a buscar y yo te dije que no. Y ahora estamos los dos, más sólos que antes.  ¿Te digo algo que me gustaría olvidar mañana? Me da miedo que en un futuro quiera decirte que sí, y que ya no pueda distinguir si es porque realmente quiero probar esta vez, o si es porque te volviste un asunto pendiente para mí. (¿Será lo mismo?) Como si el pasar de los años te hubiera añejado, en mis recuerdos, en todo mi cuerpo. Sería triste, pase lo que pase, es demasiado egoísmo de mi parte. Lo que verdaderamente me aterra es volver a equivocarme. Rasgar una cascarita que ya había cicatrizado, sin ninguna certeza de nada. No podría soportar la culpa. ¿Entendés?

- Sí, y no. Podrías decirme que sí ahora, y ya te sacás la duda, ¿No te parece? Ya paso demasiado tiempo, pero cuanto más esperes, más tiempo va a crecer entre nosotros. No te entiendo, quisiera pero no. No entiendo tu necesidad de complicar tanto las cosas. Antes me atraía ese laberinto que es tu mente, me emocionaba la idea de recorrerte, de sorprenderme a cada recoveco. Pero ahora creo que me daría pena recorrerte Adela, me pongo a pensar en lo que me puedo encontrar del otro lado del muro, y me dan ganas de llorar, de tristeza, por mí y por vos también.  Te siento lejos, como en otro lado, en otro mundo, agarrándote de recuerdos. Quisiera ayudarte, pero creo que estás a gusto ahí, como girando en una calesita que no va a ningún lado. Quisiera entenderte, pero no puedo, a veces complicás demasiado las cosas.

-Puede ser. Me agarra una idea y no me suelta, y me enrieda.  Este tema de los asuntos pendientes me esta desarmando. No me deja pensar con claridad, me atasco en hoy, pensando en mañana (como siempre) y así, me cuesta mucho avanzar. Y tambaleando, no miro alrededor, y eso no me gusta. No me gusta no darme cuenta de lo que me rodea, de quienes me rodean, no me gusta nada, pero no se que hacer.
No, desarmar no es la palabra, tengo la sensación que debe tener un fósforo después del primer fulgor, en ese momento en que el fuego ya se apagó y lo negro lo está carcomiendo por dentro. No puedo sacar de mi cabeza, la imagen de los asuntos pendientes, como un rollo de fotos que nunca revelaste, y tenés ahí en el cajón haciendo ruido. Y tenés miedo de revelarlos, porque no sabés con que te podes encontrar. Porque ya dejaste pasar, demasiado tiempo.

- Sé que no crees en las promesas, ¿Pero me concederías una?
-Depende
-Si en veinte años, decido bajarme de esta calesita, y mirar el mundo con otros ojos. ¿Te gustaría recorrerlo conmigo?
-¿Veinte años?
-Quince
-¿Diez?

-Diez




miércoles, 13 de marzo de 2013

Algo pasa

Se acerca otoño, mi época preferida del año. Lo puedo sentir, ese viento de nostalgias que espera envolver bufanfas y mentes. No entiendo. Paso la mayor parte del otoño triste, aún así, lo espero todo el año. Algo debe estar fallando adentro mío. Este placer que me provocan los andenes grises, sentir el frío en los huesos, tener pensamientos controversiales constantemente. Definitivamente algo está mal en mí.
otoño
hojas

ruiditos
harry y sally
llorando 
taza de capuchino caliente
bufanda azul
Rayuela
cortázar
plazas con hojas en remolino
abrazar
trenes
juegos de mesa 
leer

frío
polainas
caminar
guitarra
antes
lisandro aristimuño
abuela
pantuflas

témperas
té para tres.



sábado, 9 de marzo de 2013

Debajo de

Aborrezco esa sonrisa. Me dan ganas de arrancarla, pisotearla, demolerla, escupirla, agujerearla, triturarla, hasta que quede seca, sedienta de alegría.

Esa sonrisa, me descoloca, me pone frenética, me da asco, me hace temblar de la rabia, me da acidez de estómago, me burbujea las entrañas. Me nacen ganas de regurgitarte, de las náuseas que me provoca, para volverla una mueca inmunda y chorreante, desagradable.


 Me gustaría desgarrarte la cara, sacarte la piel de a poco, como tiras de papel, una a una. Desperación de  averiguar si todavía existe, del otro lado, algún rastro de quién eras.










sábado, 2 de marzo de 2013

Verdeazul en el río del recuerdo

Lo tengo guardado en mis ojos.

El verdeazul del río, esa mañana que nos tiramos para despertarnos, cuando nos creíamos inmortales, y le ganábamos al sueño, al hambre, al cansancio, al que dirán. En aquel entonces, el mundo era nuestro y sólo bastaba con estirar la mano para alcanzar "algo". Ese algo que a veces, (y sólo a veces) llegaba a ser magia.

El verdeazul del río, y tu sonrisa vomitando luz, esa mañana, me hicieron creer, que hay cosas, que sí son para siempre. Y creeme que con esto, no hablo de vos y de mí. Seguramente dentro de 10 años, ni siquiera sepa que es de tu vida. Quizás me entere (a través de mates entre amigos en común) cosas insignificantes para mí, como el nombre de tu esposa, tu puesto de trabajo, la edad de tus hijos. Pero no voy a lograr saber si seguiste o no, pintando esos retratos absurdos (con los dedos siempre), si seguís odiando el edulcorante o que te hagan sentir inútil, si seguís creyendo o no en la magia.

Con suerte, alguna vez, nos cruzaremos en alguna terraza en año nuevo y entre el alcohol barato y la necesidad de sentirnos felices, nos invada la nostalgia, (ese humo pesado, que se mezcla con el aire y nos asfixia). Tal vez te pida fuego (sí, puede pasar que empiece a fumar) y te acercás para decirme que ya no fumas, te acercás, porque la música está fuerte y yo no te escucho, y entonces lo veo, veo a los fuegos artificiales estallándo en tus ojos. Y yo sonrío, porque recuerdo, y eso se siente bien, y un poco mal también.
 Tal vez el alcohol me destrabe un poco la lengua, y te pregunte, si todavía te acordás del verdeazul del río de esa mañana que nos tiramos para despertarnos.


Hay cosas que sí son para siempre, como la foto en mis pupilas, de tu sonrisa vomitando luz, esa mañana en la que alcanzamos "algo", ese algo que a veces, (y esa vez fue) magia.

viernes, 1 de marzo de 2013

Culpas de otros (hacia otros)

 Se dió vuelta hacia ella, con los ojos desbordantes de desiertos, que no decían absolutamente nada.


_No me mires así. ¿Te doy asco?
Lo hubieras pensado antes. Antes de dejarme este gusto amargo todos estos malditos días con eso de que querías escuchar la verdad. ¿Qué pensaste? ¿Que este jueguito absurdo nos iba a terminar envolviendo y haciéndonos sentir mejor? ¿Que la mierda que nos embarra las rodillas se iba a desvanecer de golpe? El olor putrefacto de todo esto, es lo que nos desmaya y nos levanta al mismo tiempo. ¿No entendés? Es exactamente la misma mierda, la que nos hace avanzar y la que nos detiene. Es un maldito círculo patético, y es siempre, siempre lo mismo. 

Y vos me pedías una verdad. ¡Una verdad!
Ni yo sé como pude tenerla tanto tiempo guardada, creo que la escondí tan adentro, que me lo creí, me creí toda esta basura, me creí capaz de encontrar un poco de felicidad afuera de esto. ¡Qué idiota! 
Y vos, siempre al acecho, siempre tironeando la soga, siempre con tus estúpidos ideales justicialistas. Yo no decía nada, pero claro que lo podía ver, ese sobresalto sutil cada vez que me sentías cerca. Creo que en el fondo sabías que no podías esperar nada bueno, sabías que en cualquier momento todo se iba a caer en pedazos, y que esta vez, no lo ibas a poder cubrir con caricias vacías, ni de vos, ni de mí.

No me mires así, lo hubieras pensado antes_.