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jueves, 13 de diciembre de 2012

De bondis (1)

Me gusta el efecto que se produce, cuando dos bondis se encuentran en paralelo, como si el tiempo y el espacio pararan, para dar lugar a algo mágico, el encuentro de dos mundos, en el medio de una ciudad abarrotada de desesperación.

Por un instante, nadie se mueve, somos personas sentadas, en dos universos, parecidos y distintos, esperando, generando ideas, miedos, dudas, alegrías en cadena, hasta que apretamos un timbre, y salimos disparados a otro patrón de movimiento.

La miro a ella, sentada al lado mío. Todavía posee rasgos, de la que hace 5 años, también se sentaba junto a mí para viajar. Pienso en la cantidad de chicas y chicos que estarán haciendo los recorridos que hicimos hace tiempo, chicos que tal vez estarán pensando, las ideas que alguna vez pensamos, con el entusiasmo, que alguna vez tuvimos. Pienso de quiénes tomamos prestado nosotros ahora, qué ideas pensaremos, que ya habrán pensado, qué libros leemos, que ya habrán leído, qué momentos vivimos, historias contamos, palabras decimos, que muchos otros ya habrán olido, escuchado, visto, tocado, saboreado, dicho.

Pienso en esto, como un reciclaje contínuo entre las personas, como si un hilo nos uniera irrevocablemente. ¡Más que un hilo! Un reflejo de nosotros mismos en los demás. Como si cada persona, estuviera compuesta de millones de espejos, y reunirnos fuera encontrarnos con los nosotros que nacieron en otras casas, con otros padres, los nosotros que sientieron otras emociones, padecieron otros insomnios, con otros nombres, en otro tiempo.

Y nos juntamos.
Inevitablemente, nos salva la curiosidad de saber, quiénes pudimos haber sido, de haber nacido en otros vientres, que desiciones, nos marcaron en lo que hoy somos, y nos hace distintos a los nosotros que miran por la ventanilla, que están en la plaza, jugando con burbujeros imposibles.

Me gusta el efecto que se produce, cuando dos bondis se encuentran en paralelo, como si el tiempo y el espacio pararan, para dar lugar a algo mágico, el encuentro de dos mundos, en el medio de una ciudad abarrotada de desesperación.

Y tal vez esta nostalgia, no nos pertenezca del todo, tal vez, viene desde lejos, una amalgama de nostalgias abarrotadas en uno, que se les da por salir a la fuga, los domingos por la tarde, los viajes en colectivo.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Des-tiempos

Cada vez me siento más insensible
fría
insulsa
intangible
inhumana
como si costara más
correr a abrazar a alguien
cuando lo vemos triste
como si no bastasen las miradas
como si existieran nuevas barreras
del mundo de los grandes
que nos dicen que hacer y que no
que es lo que nos deja mal parados
que es lo mejor, lo correcto
que no se debe, que asi no
que para qué, si ya es tarde
que para qué, si no va a cambiar

Cada vez me siento más insensible, 
y me da miedo, volverme de piedra
y me avergüenzo cuando imagino
lo que debe estar pensando de mí
la Vicky de 6 años

Y mientras pienso esto
se larga un lluvia linda
como las que le gustaban a ella
cuando se pasaba la tarde
entre libros con olor a tiempo,
plasticolas de colores
y ades con galletitas de anillitos

Y escucho en mi cabeza
la voz de mi abuela
diciéndome:

"A los años da ganas de agarrarlos como barriletes y traerlos para acá"



lunes, 19 de noviembre de 2012

Rodando


Rodar por el pasto y por las calles
en subida y en bajada
Rodar acompañados

Hechos bicho bolita
rodar alargados como fideos
rodar y sacudir las ideas

Rodar estando a punto de caer
manchándonos la ropa
de verde, y de tierra

En montañas o en llanuras
con moretones y curitas
soltándonos de ataduras banales
de cosas sin sentido

Rodar recitando Girondo
Riendo, a carjadas
Rodar mientras ruedan las lágrimas
Rodar con 3 con 60 o 34 años

Rodar y volvernos pasto
cielo, pájaros, canción

lunes, 29 de octubre de 2012

Cambio de planes

Miedo ¿Quién no tiene miedo?

El que asegura que no, debe ser un hipócrita, o un insulso, de esos a los que la vida se les pasa por al lado, como un humo gris evaporándose, y hasta en ese profundo estado de nada, temen, lo quieran aceptar o no. Porque el miedo va más alla de una cama y un monstruo abajo, esperando a que nos vayamos a dormir, va más alla de decidir entre detenerse o caer por el precipicio.
El miedo está ahí, intangible, azul, al acecho siempre, un pequeño impulso para hacer de ésta vida algo inigualable. Esa cosquilla fea que nos sube desde el ombligo, que se aloja días y noches, hasta que decidimos hacer algo con ella, algo que nos sirva, para bien o para mal, algo que nos haga sentir que estamos vivos, que haga que la vida deje de ser un humo gris que se evapora al lado nuestro, un humo gris al que no podemos colorear ni sentir en la piel. El miedo genera cosas, se enrieda a nuestra pierna, como un nene chiquito, haciéndonos tambalear, haciéndonos sentir a punto de caer, o hasta a veces, dejándonos inmóviles, así, estáticos, pero algo nos debe estar queriendo decir, ¿no? Pateá el tablero, ponete en marcha, cerrá esa puerta, dejá pasar el viento, pero no el tiempo, escribí esa carta, guardate el orgullo, dibujá un poco más, hacé el rídiculo, pero no te conformes, decile algo, decile algo ya, que la noche se te va, y mañana quién sabe, abrí la ventana, dejate inundar los sentidos, sentí SENTÍ, que después puede ser demasiado tarde, que mañana, tal vez, empieces a entender que dejaste pasar la vida, por el costado, y la ves ahí, como en un incendio, volviéndose humo gris, y evaporándose, pero evaporándose sóla, sin un recuerdo bueno, sin historias para contar, sin cicatrices ni marcas, sin dolores, sin risas, ni cosquillas, sin acordes, ni verde, sin noches de desolación, sin fotos, ni amores, ni nada, sin palabras, una vida muda, ciega, una vida sorda, sin latidos.
Una vida, muerta.

sábado, 20 de octubre de 2012

Metas

Tal vez la meta de los árboles, sea alcanzar el cielo, y tal vez por eso se estiran a más no poder.

Algunos desisten en el camino, prefieren dar sombra, ser causa de viento y fecundación, pero las ideas no mueren, y siempre siguen ahi, girando entre las hojas caídas.

Tal vez la meta de los árboles sea alcanzar el cielo, estirar sus garras de tronco, de savia y llegar a lo ilimitado.


gonzaloperin.tumblr.com







lunes, 8 de octubre de 2012

A distancia

Ver las cosas desde lejos
achinar y abrir los ojos a la distancia.
Contemplar los oleajes de colores,
las acuarelas, que cercanas se vuelven incomprensibles.
Los ojos que se agrandan y se achican
y que de ojos se vuelven rodillas, brazos, narices.

Ver las cosas a distancia,
saltar del cuadro, del tren en movimiento
aunque sea  por un instante,
alejarse para comprender
que en ese momento no somos de carbonilla
no somos ni líneas, ni pincelada, no somos nada.

Alejarse un poco, para que ese desorden de colores
se vuelva claridad, una figura, un silueta entendible
(entendible para nosotros)
Dar unos pasos hacia atrás, retroceder algunos casilleros
y así darnos cuenta en dónde estamos.

Ver las cosas a la distancia
como los momentos en una foto
donde todo se vuelve tan atemporal
que nos miramos y no nos reconocemos
como si fuésemos otros, habitando en nosotros
que resulta increíble lo intangible que es

Ver las cosas desde lejos
y que asi, despacito y de a poco
nos envuelva ese anhelo,
esas ganas de estar cerquita,
de volver a ser parte del cuadro
de querer fundirnos en torbellinos de colores y de formas
de querer volvernos nuevamente incomprensibles

Para volver a palpar las cosas desde cerca,
pero sabiendo que estamos donde queremos estar,
que no es por simple inercia, por corriente que fluye.
No es solamente porque este río nos lleve. 



Ver las cosas a distancia

para sentirlas después

tan cerca.



martes, 18 de septiembre de 2012

Lo que esconden las bufandas

Quedaron palabras que no te dije, enredadas en mi bufanda azul.
Olor a café, a tardes de viento, a hojas de otoño, crujiendo, bajo las pisadas distraídas.
Un sin fin de minutos arremolinándose en mí, los guarde ahí, para no pensar en el tiempo.
Me queda una página de Rayuela que no puedo olvidar, este presentimiento de que todo va a salir mal, las ganas de salir corriendo, el maullido de mi gata a la mañana.
Una culpa que va creciendo, que se vuelve una carga, la dejé ahí, perdida entre otoños, para que no pese tanto.
El abrazo que me diste, está intacto, quedó impregnada tu presencia de tarde de abril en mí.
Guardé también un poco de viento, pero del viento lindo, ese que logra traspasarnos, y volvernos moléculas de aire que se transportan lejos y cerca, ayer y hoy, otoño y primavera, feriados y jueves, en vos y en mí.

Queda un poco de miel, pero ya no basta.
Queda un té para dividir entre tres.











 "(...) Dónde estarás,dónde estaremos desde hoy, dos puntos en un universo inexplicable, cerca o lejos, dos puntos que crean una línea, dos puntos que se alejan y se acercan arbitrariamente (...) estamos componiendo una figura, vos un punto en alguna parte, yo otro en alguna parte, desplazándonos (...) y todo eso va tejiendo un dibujo, una figura, algo inexistente como vos y como yo, como los dos puntos perdidos en París que van de aquí para allá, de allá para aquí, haciendo su dibujo, danzando para nadie, ni siquiera para ellos mismos, una interminable figura sin sentido." 
· Cortázar



sábado, 15 de septiembre de 2012

In-dudaciones

Basta una mirada distinta,
un momento incómodo,
un par de pasos torpes,
palabras echadas al viento con o sin noción de su peso,
de la carga que llevan consigo.

Se necesita de tan poco para generar una duda.
Una pequeña grieta en nuestro muro.

Las dudas no preguntan ni piden permiso,
se abren camino, río abajo, con y contra corriente,
arrasando con todo a su paso.

Hay algo que inquieta adentro nuestro y hace ruido.

Alguna teja rota en nuestro techo,

es ahí donde nacen goteras

que nos van mojando (de a poco)

como una alerta

ante la inevitable

inundación.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Máquinas del tiempo

Las casas de las abuelas, son como máquinas del tiempo.
Uno puede escaparse ahí, entre paredes que lo vieron crecer.
Entre plantas germinadas en lamparitas de luz, y cajones llenos de ovillos de lanas.

Uno puede, leer Rayuela en un cuarto olvidado sin preocuparse por nada más.
Y salir corriendo, subir escaleras y sentir al sol en un rinconcito de la terraza,
dónde las cosas se ven de otra manera, y tienen gusto a dulce, nostalgia y carcajada.

Y a veces me pierdo entre las cartas de canasta, y puedo cantarle a Alfonsina y a su mar, entre mano y mano. Y a veces no se, si me vuelvo cada vez más grande o más chica entre las paredes, la mesa de la cocina y la ventana que da al jardín.

Se que en el placard están los vinilos, y los álbumes de fotos llenos de historias guardadas desde hace tiempo. Y se que a la Zulema le cuesta contarmelas esos dias grises, en los que la memoria se torna un elefante que nos aplasta de a poco. A veces se la siente triste, hasta que se rie y me rio y terminamos en el piso, las dos. Y ahí sí que no se quién es quién, cuando por momentos ella es yo y yo soy ella, jugando a ser yo y nuestras historias se mezclan entre las fotos en blanco y negro que nos miran de reojo desde la mesa.

"A los años da ganas de agarrarlos como barriletes y traerlos para acá" me dice, y sonríe con nostalgia, y yo la siento enorme e infinita, y a la vez frágil, como cristal. 

Las casas de las abuelas, son como máquinas del tiempo.
Un escape sepia, un lugar donde el reloj se deteniene por un momento.

Un lugar, donde las reglas son de crayones, terrazas, de risas y abuelas en camisón.

miércoles, 22 de agosto de 2012

De derrumbes (3)

El muro se había derrumbado.
 
Al contrario de lo que imaginaba, los escombros asomaban por doquier. No había lugar, espacio o rincón que no estuviera sucio y amontonado. El huracán, había arrasado con todo, ya no había más muro, no más vendas en los ojos, pero tampoco había verdadera calma, un espacio sin arruinar, todo parecia haber perecido, todo convertido en montones de cosas viejas, recuerdos, trincheras arruinadas y espacidas en todas direcciones.

Miró a su alrededor, y no supo que hacer, muebles, tirados, cajones y papeles de ningún sitio, libros deshojados, todo cubierto por una capa de polvo. Toda su pequeña vida, desordenada en escombros.

Miró por primera vez en mucho tiempo, más alla de lo que antes había sido su muro. Existía, un espacio ilimitado, algo tan hermoso y salvaje, que por unos segundos, no pudo pensar en nada más, el paisaje continuaba infinito, sin ventanas, ni paredes, sin muros, ni nada que lo detuviera.

No puedo evitar sentir al respirar profundamente, algo que lo traspasaba.
Había pasado tanto tiempo encerrado, que había olvidado esa sensación, una especie de libertad, de cosas azules, de tardes en el campo, de hojas barridas por el viento.

Por un instante tuvo miedo, no tenía más límites, más prisiones, pero tampoco tenía algo donde esconderse, donde ocultarse, algo que le sirviera de escape, un refugio ciego a aquello de lo que siempre había escapado. Ya no más.

_Ya voy a tener tiempo para tener miedo_ pensó.
Y se obligó a disfrutar de ese momento, a disfrutar por una vez en su vida del presente, de lo que le estaba pasando en ese instante ínfimo. Cerró los ojos y se dejó transportar por unos segundos, como un barrilete navegando en el cielo. Se sentó con las piernas cruzadas, y comenzo a curiosear sus escombros, mientras tarareaba bajito.

the answer my friend is blowin' in the wind, 
the answer is blowin' in the wind..

sábado, 18 de agosto de 2012

no-hay-nada-más-lindo

Ayer mi mamá se apareció con unas fibras de colores, "Para tus agendas" me dijo. La semana pasada me convenció de que saliera a capital, a pesar de los truenos rayos y la lluvia.

Hace unos días llegué a mi casa y Alejandro me recibió con un abrazo y una sonrisa.

Cada vez que voy de mi abuela, vuelvo con la panza llena de endorfinas y cosas dulces.

Hoy Emilio llegó con el #Macanudo 9 bajo el brazo y envuelto en papel de regalo.

Amo a mi familia, esta compuesta de pequeñas y hermosas sorpresas.

Sólo tengo algo que decir:

OLGAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

miércoles, 15 de agosto de 2012

cuentos-de-grandes

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

No entiendo, si el pez está enamorado de la luna..

¿Por qué no se va a vivir con ella y se casan?

Porque los peces viven en el agua, en la luna no hay mares, y sin agua no pueden respirar..

¿Entendés?

Ah..

Pero..

¿Y sin amor, si pueden?

viernes, 10 de agosto de 2012

Ahogados

"Me ahogo" dijo.

Algunos escucharon.

No hubo reacción.

"Me ahogo" dijo.

Un agujero negro desarmaba lo que se supone que debe estar en el corazón.

Las personas siguieron avanzando, los árboles meciéndose, el perro blanco y gris de la esquina, siguió ladrando a los que le hablaban como a un bebé.

Al final, se ahogó.

Pero todo siguió igual.

(Tal vez si hubiera habido agua, tal vez, algo hubiera cambiado.)

Nunca más volvió a respirar como antes, a sentir como antes, esos torbellinos de colores.

Es hoy, alguien más, perdiéndose entre la gente.

Nunca más volvió a vivir, como antes.

Y el mundo, siguió girando.






miércoles, 8 de agosto de 2012

aFuera

Hoy algunas cosas están al revés, pensó mientras volvía.

Este aire no me llena, este aire, me vacía y a cada nueva respiración, me cuesta más caminar. Miro mis piernas mientras lo hago, y no parecen mías, como si no pudiera controlarlas, ni siquiera sentirlas, pero al mismo tiempo, son un peso enorme en mí. De repente todo parece ser el boceto de un dibujante que se fue a dormir antes de terminar conmigo. La gente no tiene rostro definido, todo se limita a lineas, a veces mas gruesas, mas livianas, l a r g a s, rectas o sin sentido o destino aparente. Trato de pensar con claridad, tengo que hacer un esfuerzo abismal para girar mi cabeza, la siento sobre mí, APLASTÁNDOME pero hago el esfuerzo y giro a un lado y a otro antes de cruzar esta calle interminable. Verde, amarillo y rojo, tal vez la vida se acorte a esas tres opciones. Pará! preparate y avanzá,y después volvé a parar. Parar, parar, parar. ¿Parar?

Creí que me iba a sentir mejor luego de haberselo dicho, de escupir el veneno, pero siempre queda algo por decir.

 Este aire que respiro, me vacía, (de a poco) pensó mientras cruzaba la calle.

martes, 7 de agosto de 2012

Mundos dentro de otros mundos

Mientras busco en mi biblioteca "Crónicas marcianas" (con su tapa ya casi desintegrada), aparece, como sugiendo del olvido, un viejo cuaderno de mi madre. "Laprida" dice en la tapa roja, y lleva en su interior cuadrados y rectángulos de papel, llenos de letras de máquina de escribir, cortados y pegados en las hojas de Don Laprida. 

Mientras lo abro, se cae una hoja, la leo y sonrío.


13-10-1977

"Y nosotros dos, caminando despreocupados, sonrientes y felices. Por momentos jugamos carreras las cuales siempre ganas tú y yo termino tendida en el pasto con el latido de mi corazón muy agitado, riendo sin parar, hasta que tú te acercas y en el instante en que un ave canta, una mariposa se posa en una flor, el sol cae en el horizonte, tu boca se acerca a mi boca y en ese mismo intante, florece un beso."

Liliana

lunes, 6 de agosto de 2012

sin-previo-aviso

Estaría bueno abrazarnos,
un día cualquiera, sin previo aviso
sin consecuencia de festejo o sufrimiento
ni necesidad de palabras al oído
sin decirte que te quiero, ni que lo digas
ni pedirte que te quedes para siempre
ni que me digas que no, ni que si, ni que nada.
sin promesas, ni preguntas, sin certezas.

abrazarnos, sólo eso, con ese huequito entre la pera y mi cuello en tu hombro
sólo eso, abrazarnos, con ese huequito entre la pera y tu cuello en el mio.

Estaría bueno.


miércoles, 1 de agosto de 2012

Como-un-árbol

De chica, me gustaba creer que cada vez que comía fruta y sin querer tragaba una semilla, un árbol iba a crecer en mí.

Que un día iba a levantarme y estirar los brazos, y de ellos iban a salir ramas que de a poco iban  a ir creciendo, hasta volverse infinitas, con hermosas hojas de todos los colores.

Mientras, el viento que teje y desteje, me atravesaría, como hamacándose en mí.

Y que algún dia, iba encontrar mi lugar en el mundo, para poder hacer un huequito en la tierra, meter mis pies ahi adentro, y echar raíces, para llenarme de sol, de agua, pájaros, y de música del viento.

Ojalá en algún tiempo mis hijos todavía puedan seguir soñando en un mundo verde, donde todavía existan semillas, y ramas infinitas, y hojas bien verdes, amarillas y rojas, sol, raíces, pájaros, y viento.




lunes, 30 de julio de 2012

De terremotos (2)

Se despertó temblando. Había visto algo, que no quería ver.
Ese pensamiento fue, el inicio de un largo deterioro, de un sin fin de agujeros negros, de cabos sueltos, de cosas, personas, momentos, que dejaría pasar, y que terminarían convirtiéndose en cuentas pendientes, en consecuencias al parecer infinitas, que no le darian tregua.
Se despertó. Las manos estaban en un trance, aterradas, sin poder frenarse.

(Desde mi infancia, el asunto de las manos, me había causado ciertos inconvenientes, "Quién va a pagar tanto plato roto" decía mi abuelo en tono de broma, mientas mi madre, con el trapeador ya en acción, ponía su odiosa cara de resignación. La señorita Raquel de tercer grado, había luchado, contra viento y marea, por la prolijidad de mi escritura. Debo reconocer que hubo ciertos avances, pero nunca del todo, nunca fue un exterminio del asunto. 
El tema en cuestión empeoró aquella noche, en la guardia del hospital, luego del accidente. Mi madre, se encontraba con los ojos perdidos, a mi lado, pero ausente, balbuceando palabras en un dialecto inentendible, de las cuales, en aquel entonces pude rescatar:  " desgracia" y "dios", luego fue callando de a poco, hasta quedar vacía y solamente se limitó a abrazarme. Mi padre, en cambio, daba vueltas y vueltas por el patio del hospital, en una especie de marcha militar, mientras tocaba su bigote, y encendía sus cigarros.)

_ No existe una solución_ pensó. Había algo en su interior, que hacía que cada vez que sentía esa desesperación, esa sensación de impotencia, de vacío absoluto, la maquinaria comenzara a funcionar, y sus manos a estremecerse como en un trance.

Se despertó temblando, podían verse sus manos, como queriendo escapar de su propio cuerpo, pero lo que no podía verse era como temblaba por dentro. En él habitaba un terremoto que prometía arrasar con todo a su paso.

Se puso de espaldas al muro, no quería saber, por lo menos por ese instante que sucedía más allá. _ Qué importaba si el muro se derrumbase_ pensó _No hay derrumbe, si no hay nadie que lo vea, que lo escuche, que lo sienta_.  Mientras pensaba esto, unas palabras vinieron a su mente, desde algún lugar, desde sus recuerdos. Abrió la boca, casi involuntariamente y las dejó escapar.

" (...) Tiemblo como las luces
tiemblan sobre las aguas.

Tiemblo como en los ojos
suelen temblar las lágrimas.

Tiemblo como en las carnes
sabe temblar el alma.(...)"

domingo, 29 de julio de 2012

Calles paralelas

Entré al café de la esquina y lo ví.
Estaba en mi mesa preferida, aquella que los mozos odiaban tanto, porque se encontraba en un ángulo extraño y extremadamente irresistible, al lado del ventanal.
Lucía realmente impecable, con su traje, su barba rojiza entre el límite entre lo "correcto" y lo hermosamente desprolijo, hablando por celular, seguro de cosas de corbatas y escritorios.

Fue extraño.

No se parecía en nada a aquel muchacho que me miraba desde una fotografía poco iluminada con una guitarra en las manos y cara de sorprendido ante la cámara que acababa de capturarlo.
Y al mismo tiempo, se parecía en todo.

Cuando me quise dar cuenta, ya se había ido. Sin pensarlo, abrí la puerta y salí.
La guitarra en mi espalda no ayudaba a mi equilibrio (ya de por sí inestable).
Me sentía fuera de foco.
Pero ahí estaba, siguiendo a un hombre de traje, intentando explicarme a mí misma por qué.

En un instante cruza de calle, y se pierde en el laberinto infinito.


Tal vez en una calle paralela a ésta, estoy yo, y está él, saludándonos.
Una calle en donde el hombre de traje deja de ser un recuerdo en una foto vieja.
Una calle en la cual yo vuelvo a tener 4 años, y voy corriendo a abrazar a aquel personaje de barba rojiza, que sin tener mi sangre le digo tío, y me río, mientras me alza, y me observa con su cara de buen tipo bonachón, y su barba rojiza brillando con el sol.



miércoles, 25 de julio de 2012

De muros (1)

Levantó la mirada. Con el esfuerzo con el que se levantan bolsas de basura, llenas de ramas quebradas, de hojas barridas de alguna tarde, de cosas que se arrastran hace tiempo. No supo que decir, ni una sola excusa, pretexto, o razón. No había escudo posible, ya no.
Levantó la mirada, con un notorio sacrificio, una carga temblorosa que anidaba desvelos. El muro estaba cayendo. Había empezado con pequeñas grietas sigilosas, en aquel entonces, eso no fue cosa de preocuparse, ya había pasado antes y se había detenido.
Pero cuando aparecieron las aberturas, cuando la luz empezó a filtrarse de a poco esa mañana, supo que las cosas habían comenzado a desbordarse.
Con habilidad y destreza, logró taparlas, emparchar lo descosido.
Una tarde se descubrió apoyando su ojo izquierdo en el frío frente del muro, para ver a través de una de las aberturas que parecía no querer ser ocultada, cómo si estuviese decidida a entregarse por completo a su causa.
No se veía bien, del otro lado las cosas estaban borrosas.
Algo fue creciendo desde esos días, una suerte de enredadera irreprimible, que no dejaba lugar a conformismos.

Si las grietas hicieron surgir dudas, las aberturas abrieron paso a una fila de interrogantes que ansiosos se colaban a través de los espacios que podían, letras rabiosas e imprudentes que se chocaban una a una y caían en su cabeza.
Levantó la mirada, como queriendo bajarla, cómo sabiendo lo que le esperaba, con eterna cautela y una incertidumbre tan profunda, que ya no pudo disimular el leve temblor en sus manos.

-¿Qué va a pasar cuándo todo esto se derrumbe?- preguntó

martes, 17 de julio de 2012

Del otro lado del huracán

Lo intenté mil veces, claramente no resulta. Bueno mil veces no, (esto de la exageración parece brotar por los poros). Mil veces no, ni siquiera diez, creo que fueron tres. Sí fueron tres. Tengo la sensación que ésta manía de maquinar todo en mi mente antes de siquiera accionar una palanca, me va a terminar varando. No quiero frenarme, no quiero mirar atrás y arrepentirme de cosas que no hice. Existe un pequeño detalle. Me resigno a pensar que con lo que haga voy a lastimar a alguien o arruinar algo, no quiero, no me gusta. Estoy en la cuerda floja, en la línea divisoria, esa que me muestra, las dos versiones. Siempre salto al lado que conozco, aquel que me asegura, que esas películas interminables que hice, van a seguir siendo parte de mi cabeza, en algún cajón. Fueron tres veces las que salté al otro lado, tres o tal vez más, (tres son las que más recuerdo.) No me arrepiento de ninguna. Sí cambiaron cosas, algunas se volvieron más grises. Sí, fue por mi culpa. En un acto en el que hace que me odie a mi misma digo: No me arrepiento. Probé y me di cuenta de muchas cosas. Entre ellas, que cuanto más guardo ciertas palabras, más pesadas e inconfundibles se tornan, como en otro idioma. Idiomas donde una palabra tiene más de un significado. Decirlas, tal vez puede doler, confundir las cosas, cambiar, y dejar todo como después de un huracán. Pero cuando están afuera las palabras vuelven al idioma original, y las entiendo mejor. Afuera, las cosas se me aclaran. La pregunta entonces es ¿Por qué tres? ¿Por qué no más? No me molesta ser huracán, puedo vivir con eso, en mi desorden y mis vueltas. Con lo que no puedo vivir, es con el conocimiento del caos que voy dejando a mi paso. Tal vez sea únicamente eso, lo que me obliga a saltar, de nuevo, hacia este lado.

miércoles, 11 de julio de 2012

Antes de ayer



Taza

acorde

y viento.



Gris

el tiempo

que esparce

las hojas

que nunca

nos atrevimos

a desparramar.


 
Se quedan

en casa

todos los días

todas las horas

sin usar,

las palabras

sin manos

sin labios

ni nadie

que

las

libere.




Abro

la puerta

y algunas

se me

escapan.


Van

envenenadas

y filosas,

marcando

el paso.


No se

si hago

bien

en dejarlas

marchar.


Pero

ya no

tengo

fuerzas

para

retenerlas.




Ya no puedo.





Ya no.









martes, 10 de julio de 2012

Costumbre

Los cambios pueden generar miedo, bronca, impotencia, incertidumbre, ganas de salir corriendo.
También son saltos ansiados, necesidades urgentes, esperanzas.

El mayor miedo que me generan los cambios, es, paradójicamente, la costumbre. Ese hilo delgado y sepia que se enrieda de a poco en nuestras piernas.
Hasta la des-costumbre se vuelve hábito, la vanguardia, es algo común, el romper barreras, el estar en contra del sistema, de una forma sutil, te sigue atando a él. Prendemos la televisión y miles muertos en algún lugar del mundo, se vuelven un número, personas que alguna vez tuvieron un nombre. Alguien te palmea la espalda y te dice, "hay que alegrarse, pensá que no te pegaron un tiro en la nuca", un nene en la calle te pide una monedita para comer, al lado, un joven, idolatra a su "blackberry" mientras una mujer embarazada sube al colectivo, que se frena para que alguien le deje el lugar.

Acostumbrarme me aterra, no quiero acostumbrarme a la muerte sin razón ni a la vuelta de la esquina, ni a miles de kilómetros, al olor particular de el perfume sobre la piel, al diario manchado en sangre, a la brisa del viento otoñal, a la indiferencia, no quiero acostumbrarme a ver chicos deshojándose en andenes, a una época en particular, a una persona, y a todo lo que conlleva eso, al olvido selectivo, al "por que sí" no quiero acostumbrarme a la costumbre, y tal vez es por eso que salgo corriendo, cuando siento que algo o alguien echa raíces en mí. Acostumbrarse es un arma de doble filo, pero tal vez lo que intento es no empezar el juego, para no tener que arrepentirme cuando me toque retroceder 5 casilleros. No me gusta, creo que en la vida hay que correr riesgos, y equivocarse, pero una parte de mí, no puede evitarlo. Tal vez, lo que más pesa de la costumbre, es el saber que un día, se acaba, aquello a lo que nos acostumbramos, de alguna u otra forma, perece. Más triste aún es saber que algún día nos acostumbraremos a no tenerlo, a no sentirlo, no olerlo, escucharlo, ni pensarlo y la rueda volverá a girar.

Lamentablemente, la solución no es escapar.
Lo único que conseguís con eso, es que salir corriendo,
se te vuelva costumbre.


martes, 3 de julio de 2012

Un puente, entre lo que fuimos y lo que somos

(Este texto lo escribí mientras escuchaba http://www.youtube.com/watch?v=hoCZ8H0RAsA, tal vez quisieras leerlo en igualdad de condiciones, lo dejo a tu criterio)


 
Es difícil desapegarse, nos tienen agarrados. No hay un límite, una frontera, no hay montañas, no existe una línea entre ellos y nosotros, porque, queramos o no, hay algo que de alguna u otra forma nos conecta incesantemente. Un puente, entre los que fuimos y los que somos, algo que nos moldea, nos hace reaccionar de cierta forma, percibir colores, perfumes, de una manera única, e incluso hay una marca de ellos en nuestra forma de sentir. Están ahí, al acecho, siempre detrás de la puerta. Palabras atravesadas entre la garganta y la cabeza. Miles de imágenes desenfocadas, en un collage interminable. Hay algo que vive dentro nuestro, que se aferra a nuestro aire, con todas sus fuerzas, que tiene guardadas pequeñas cosas, y un grito, un grito de desesperación, de desasosiego, un grito que nunca gritamos, nunca. Un tren les vende boleto de ida y vuelta, y ya no depende de nosotros, somos marionetas de nuestros recuerdos, o peor aún, de nuestros no-recuerdos, de aquello que siempre guardamos, que nunca dijimos, creyendo que así, no lastimaríamos a nadie. Hay algo extraño en lo pendiente, en lo que no nos deja dormir, en lo que quiere escaparse cada vez que abrimos la boca, o escribimos con tinta. Hay algo extraño, como eso que esconde la letra "h", que está, pero nunca habla, como lo que hay adentro de cada espejo, o la luz de los faros, hay algo en el misterio que encierra el viento, sí, hay algo que el viento arrastra allá y aquí, y  nos hace que lloremos cuando nadie nos ve.

jueves, 28 de junio de 2012

Podemos jugar a que todo sigue igual.
Pero quieras o no, el lobo está entre nosotros.

lunes, 25 de junio de 2012

Transición

Existen viajes que empiezan cuando uno no presta atención, porque no hay valijas ni puertos (ni puertas.)

Uno se cuela en la rueda de una bicicleta, y pasa una temporada de verano, dando vueltas y vueltas, girando y dejándose transitar.

Mientras, el sol te entibia de a poco, y te vuelve cromático, mientras rodás en el pasto, siendo rueda, persona, rueda, pasto, persona, sol, rueda, pasto.

Uno no sabe cuando terminan esos viajes, cómo tampoco sabe como empezaron.

Y a veces una soga adentro nuestro se anuda.

Porque no entendemos ciertas cosas.

Y de repente te vés a vos mismo, con un sueter demasiado grande, un bufanda demasiado larga y una taza de café haciéndote de guante, en un rinconcito del piso, pensando.

Mientras, por la ventana un cuadro gris, una lucha entre vientos y tormentas, y árboles que no saben para dónde salir escapando.

Un dedo aprieta "play" y el lugar se comienza a inundar, de a poco.

Por unos minutos nos ahogamos.

En nosotros mismos.

No se si eso desajusta el nudo o no.

Se siente un poco peor.

Y un poco mejor.




viernes, 22 de junio de 2012

Memorias (y desmemorias) 1


Gonzalo

Cuando volvía de la escuela, (casi en una ritual silencioso) tomaba el colectivo en la esquina, justo en la esquina, la misma esquina todas las tardes. No me molestaba, algo tienen las esquinas, esa cosa inconclusa, que me atrapa, y me deja pensando.
El colectivo, era mi vía de escape, me permitía dar vueltas y vueltas por aquel laberinto que es mi ciudad.
Solía vislumbrar a los edificios como los señores del lugar, abriendo camino a su paso, resaltando sus fachadas con la claridad del sol, y esperando, siempre en silencio. Esperando.
Seguramente sentían el paso del tiempo en cada una de sus paredes, en cada ladrillo, ventana  o balcón.
Esperando. Siempre solemnes, con inmutable presencia ante el derrumbe de colegas, el nacimiento de otros, cada vez más apretujados, cada vez con menos espacio, menos aire.
Algunos con altura sublime, con la capacidad de exhibir su detallada corteza al mundo, otros pequeños clones, creaciones de apuro, útiles en escasos momentos.
En mi viaje porteño, los que más me atraían (y atraen), son los edificios y construcciones atemporales, aquellas que parecen estar en un sitio equivocado, en el tiempo erróneo.
Me fascina el detalle de sus balcones y ventanas, todas con aquel aire misterioso, que invita a dejarse llevar a otra época.
Pero al fin y al cabo, todos esperan, como pasajeros en el anden de un tren, que no se sabe con exactitud el destino.
Esperan imponentes y en silencio (siempre en silencio), el momento en el cual, la mano que los creó, decida arrancarlos de ese triste papel de espectadores, observando los fracasos y desprogresos de una civilización que pareciera avanzar hacia atrás, retrocediendo casilleros, ante cada decisión de seguir adelante.
Esperando, siempre en silencio, imponentes.
Esperando.

martes, 19 de junio de 2012

El círculo (lomográfico)















Tome prestados
algunos videos,
una linda letra de canción,
algunos acordes,
y una guitarra...

Y de esa ensalada de cosas,
surgió este loco círculo lomográfico

Que lo disfruten

viernes, 15 de junio de 2012

Bocas que se abren y cierran sin decir nada.
La corteza cae, y todo se vuelve vulnerable. 
Caer en un mismo vaivén, el de las miradas mudas que vienen y se van.
Hay algo ínfimo en la observación pasiva, el estar y no estar, hay algo en esa sutil diferencia, que perturba.
Hay algo que ahoga, un nudo que oprime y no suelta.
Un nudo hecho de cosas que nunca se dicen.




Dichos II

Decir que no, es fácil.
No se corren grandes riesgos.
No se tienen que enfrentar realidades desconocidas.
Decir que no es la solución contra todo cambio.
Nos da seguridad, constancia, nos vuelve invencibles, intocables, indestructibles.

Decir que , es un problema.
Es un torbellino de puertas que se deciden a abrir o a cerrar.
Decir que , es la mosca en la sopa de todo ser cómodo.
¿Acaso alguien se detiene a pensar en lo que se arriesga con un ?
Decir que es un dolor de cabeza.
Incertidumbre contínua que incomoda, descoloca, avergüenza.
Decir que sí es dejar las cómodas 4 paredes del no, para adentrarse a un norte indefinido.

Uno sabe que al decir que puede perder mucho.
¿Será eso lo que lo vuelve irresistible?
¿La incertidumbre de tener todo por perder, pero también todo por ganar?

Decir que , nos vuelve frágiles, nos asusta, nos induce a riesgos, nos vuelve blanco de batalla.
Genera expectativa ante lo desconocido, ante lo que podemos lograr, con arriesgarnos, aunque sea una vez.

Nos hace dar cuenta de que tenemos que elegir,
entre vivir, o dejarnos estar.




jueves, 14 de junio de 2012

Dichos

Alguien me dice que no hable en voz alta
Que no pise el césped.
Que me peine.

Alguien me mira mal por usar ropa "out"
Otro me obliga a bajarme la capucha
Alguien me dice como tengo que vivir
Qué es lo realmente importante.

Ese me dice que tengo que ser feliz, que TENGO que ser feliz,
después dice que no llore, que tengo que ser fuerte,
(mas bien que tengo que aparentar ser fuerte mientras me resquebrajo por dentro)

Que sea más como Juan, más como Pedro, un poco como Natalia y por qué no como Lucía.
Obviamente, también dice que siempre DEBO ser auténtica.

Que ordene mi cuarto, que ordene mis proyectos, que ordene mis prioridades.
Que me ordene básicamente.
¿Según el orden de quién? 

Alguien desde una pantalla me dice qué tengo que hacer para ser feliz, para tener una vida mejor, para ser más aceptada, la más limpia en el hogar, la mas eficiente en el trabajo, la más interesante entre los amigos, la más respetada en la familia.
LA MÁS.

Alguien me dice que no pierda tiempo,
que compre ya
que llame ya
que encargue ya,
que YA deje de pensar.

Alguien me dice que no esta bien lo que hago.
Que no se lo que quiero, que así no voy a llegar a ningún lado, que para llegar a algún lado claro está, que debo creer que lo que hago es lo que quiero, y no preocuparme, conformarme.

Alguien me dice que el amor es personitas juntas las 24 horas del día hablando de felicidad y repitiendo frases como "corta vos, no corta vos"
También me dicen que el amor no existe. Y que hay que cortar con tanta dulzura.
 
Alguien me dice que me va a hacer feliz, que lo necesito que sin él no soy nadie, que nunca voy a encontrar a alguien así. Me dice que estudiar, a quien amar, cuántos hijos tener.

Alguien me dijo que nunca me iba a abandonar, que siempre iba a estar, que me iba a hamacar más fuerte.
Me dijieron que siempre es la verdad ante todo, que no esta bien mentir engañar, pero que vivir una vida basada en falsedades, es dentro de todo aceptable.

Alguien me dice que libros leer, que música escuchar, que ropa debo vestir, que frases decir
.
Alguien me dice que no los escuche, que no les haga caso, que no los vea. Pero que claramente, haga lo que me dice.

Alguien me dice que todo lo que hago está bien.
Alguien me dice que todo lo que hago está mal.


Alguien no me dice nada.


Y abre una puerta.





lunes, 11 de junio de 2012

¿Alguna vez te sentiste descartable?

No como envase de plástico, como cáscara de naranja, como botellita de vidrio, en cierto punto reciclable.

Descartable.
Como bolsa de plástico del supermercado.
Vacía y volátil.
Esas bolsas en las que nadie guarda regalos.
Bolsas destinadas al tachito de basura del baño.
A la caca del perro.
A los pañales del nene.
A las hojas sucias de la calle.
A la yerba del mate que ya no tiene más sabor.

A esas cosas que nadie quiere, pero todos tienen.
(A algún lugar, tienen que ir a parar.)

Todos las usan y necesitan.
Pero nadie las quiere realmente.
Vacías, volátiles, in-orgánicas, muertas.

Descartables.


viernes, 8 de junio de 2012

No quiero que me des nada
No quiero tu tiempo contado
No quiero tu incondicionalidad.
La creencia que somos piezas incompletas
con el único fin de ir buscando otras piezas incompletas.
No la quiero.
Quiero que para completarte
No dependas totalmente de mi
No dependas totalmente de nadie.
Que no dejes de hacer lo que amas.
Que tengas nuevos horizontes, que te arriesgues
Como yo me quiero arriesgar, sin preocupaciones,
sin mensajes a toda hora.
Claro que quiero que me extrañes,
todos queremos ser extrañados
todos queremos creer que alguien nos piensa.
Pero no quiero que me necesites,
No quiero dependencia, no la quiero.
No me prometas un futuro
que ni vos ni yo conocemos.
Quiero estar a la deriva
Que me grites en la cara
lo que me quieras decir
No te lo guardes, por favor
No agaches la cabeza y digas que sí
"Que está bien, que es lo que tenés que hacer"
No te conformes
Quiero que te vacíes, de tanta bronca
Gritemos juntos, pataleemos, saquémosnos la lengua.
Y desarmémosnos de la risa.
Quiero caminar junto a vos, hoy.

Y salir a la vereda
Y que la vida nos traspase volando
Y nos haga un hilito fino y de colores
colores revoloteando en el viento,
la cola de un barrilete que se fuga.


Y nos lleva.





miércoles, 6 de junio de 2012

no hay muerte si no hay olvido

Cuando a la muerte no se la toca, no se la siente, ni se la huele.
Cuando la muerte no se cuela por nuestras retinas.
Se torna sumamente extraña.

A veces uno puede no encontrarla, aunque la busque entre fotos grises, o en esquinas de encuentro, en saquitos de café y tazas, y bufandas.
Yo creo que no se la encuentra, porque el recuerdo, no nos avisa que alguien ya no está.
Porque la sonrisa en las fotos, los abrazos en las esquinas, las noches de insomnio y café, y tazas, porque las bufandas compartidas, nos recuerdan vida, no muerte, ni olvido.

Porque cuando uno tiene un libro viejo, y lo puede oler, y lo puede tocar y sentir, porque cuando uno se deja enredar por palabras hermosas e intrigantes, no piensa en la muerte.
Porque cada vez que ese libro se abrió (tal vez en otras manos y otras pieles), y cada vez que ese libro se abre se siente vida.
Vida y magia en todas las galaxias, las caminatas a la noche, los tatuajes que de tan reales, viven, en todas las sirenas que llaman, y en todos los que responden desde las profundidades, en cada vez que nos preguntamos si somos felices, en cada vez que nos sentimos agobiados de tanto aparato, en todos árboles que florecen en lugares impensados, en cada hamaca y cada cohete, en cada anciana tratando de engañar a la muerte, en cada libro quemado..

En cada vez que nos damos cuenta, que el recuerdo es vida.
En cada vez que nos desenchufamos de tanta tecnología, y recordamos respirar.
En cada vez que comprendemos que somos una imposibilidad en un universo imposible, y que vale la pena vivir un día más.

lunes, 4 de junio de 2012

¿Hasta que punto?

Creo en el cambio,
creo que todo está,
en constante renovación,
en continuo tire y afloje,
en el traspaso,
de otoño a invierno,
de primavera a verano.
Y nosotros no podemos
estar exentos a eso,
el mundo se mueve,
y nos afecta,
y se muere y se nace,
y surge y se respira,
y estamos en sincronia
con todo y todos,
en incesante transformación.


Pero..


¿Cuál es el límite en que cambiar, es olvidar?

¿Hasta que punto cambiar es destrozar?

¿Despedazar?

¿Arrinconar lo que fuimos?



¿Hasta que punto es, dar media vuelta y correr?

(arrastrándolo todo)





¿Hasta que punto?


viernes, 1 de junio de 2012

¿De que sirve que sea invierno, si estás tan abrigado, como para poder sentirlo, en tu nariz y en tus rodillas.
De que sirve, caminar en otoño, si nunca retrocediste media cuadra para levantar la hoja caída.
De que sirven las témperas y los acrilicos, si jamás pintaste con las manos, con las rodillas, con la nariz y la sonrisa, para volverte monstruo-cromático, sin la dependencia absoluta de un pincel.
De que sirve jugar a la escondida, si nunca sentiste la adrenalina de sentirte invisible delante de alguien.
De que sirve que escapes, si no te cuestionaste aunque sea una vez, que no sabías ya de que estabas huyendo.
De que sirve la música, si nunca logró convertirte, en sabor, en color, en olor, en otra persona, en un momento.
De que sirve subirse a un colectivo, si nunca experimentaste el perderte y encontrar nuevos sitios.
De que sirve llenar un álbum, si nunca pasaste recreos enteros intercambiando "lates" por "nolas", en una especie de mafia del papel adhesivo.
De que sirve saber que las estrellas son masas de gases, principalmente hidrógeno y helio, que emiten luz, si  no pudiste creer que guardan un misterio mucho más grande.
De que sirve estar a milimetros de alguien, si nunca sentiste irremediables ganas de dejar que todo fluya, sin importar consecuencias, ni prejuicios.
De que sirve hacerse el indiferente, si en el fondo, extrañás de más.
De que sirve callar, si en verdad, estás lleno de voces con ansias de salir.
De que sirve seguir, si nunca sentiste que estabas engañándote.
De que sirve jugarse por algo o alguien, si nunca te planteaste que no estabas seguro de lo que hacías.

De que sirve?

miércoles, 30 de mayo de 2012

Algo

Hay algo en el aire,
que logra traspasar
todo muro levantado
toda membrana conocida
todo límite establecido.
Que despierta despacito
y levanta vuelo,
hacia nosotros
y desde nosotros.

Hay algo que se cuela en cada partícula, y en cada ser.
Una especie de música cromática que transporta, lejos y cerca.

Que hace sonreir, respirar hondo, y sentir el aroma del mundo.
Algo con la tibieza de un abrazo y la fuerza de un huracán,
que rompe de a poco nuestros cánones establecidos,
reglas baratas e insulsas.

Que des - arma,
para volver a armar,
que cose y descose,
que escribe y borra,
y vueve a escribir.

Hay algo en el aire
que está pidiendo,
a gritos de ventisca
que dejemos de aparentar
lo que todos pretenden de nosotros.

Para sucumbir a lo que fuimos
para confrontar lo que somos
para romper y crear
para morir y nacer
y así comenzar
a ser.








(Aufheben)

lunes, 28 de mayo de 2012

Mentir

engañar

huir

cortar

gritar

desgarrar

romper

pisar

anudar

callar

enredar

confundir

lastimar

deshilachar

descoser

rayar

tachar.



Es fácil.










viernes, 25 de mayo de 2012

des-acorde

Baje del colectivo.
Y lo ví.
Estaba sentado en un banco de plaza.
Una guitarra estaba apoyada en sus rodillas, no logré distinguir si era criolla o acústica.
Mientras caminaba a la estación, me saqué los auriculares.
Realmente quería escuchar lo que tenía esa guitarra por decir.
Pero no escuche nada.
Algo estaba andando mal.
Lo miré, y me estaba mirando.
(Entre los dos, no completábamos una sonrisa.)
Seguí caminando.
Lo volví a mirar.
Estaba mirando.
Quise pedirle una canción, una melodía, un simple acorde, un solo, un misero punteo, ALGO!
Algo que me hiciera sentir menos vacía, menos enredada, menos confundida, menos.

Nada.

Un vacío silencioso se había apoderado de la plaza, de la guitarra y de mí.
Me di vuelta una última vez, y ahí estaba.
Era ya una mancha pequeña en la periferia de mi visión.
Aún asi, pude darme cuenta, de que ahí estaba.
Mirándome.
Tal vez, el efecto también lo había atrapado.
Tal vez, él también se había quedado mudo.

Y vacío.

Como la plaza.
Como la guitarra.
Como yo.






martes, 22 de mayo de 2012

Correr

No para llegar a un lugar,
ni porque estés apurado,
no porque estés escapando.

Correr.
Sin horarios y sin días.
Sin cronómetros,
sin el peso de una mochila.

Correr.
Sin celular.
Sin wi-fi.
Sin facebook.

Correr.
Con lluvia y barro,
con sol y viento,
con hojas de otoño.

Correr
con el corazón acelerado,
con los pulmones asfixiados,
con las piernas hechas garabatos.

Correr
sin multitudes ruidosas
sin autos, ni nafta.
Correr sin inflación.

Correr sin prejuicios
de piel,
religión,
sexo,
o edad.

Correr siendo
niño,
anciano,
joven,
adolescente,
o adulto.

Correr
Junto a los caballos salvajes,
a la brisa mojada,
entre kilómetros y kilómetros de nada
que de tanto ser nada,
lo es todo.

Correr
dejando de ser
suegro,
vecino,
primo,
madre,
o pareja
de alguien.

Correr.
En agosto o en enero
En invierno o primavera
Feriados y martes.

Correr y sentirte parte del viento.


Correr

y volverte

pensamiento,

néctar,
 
pluma,

cartílago,

migración,

barro,

clorofila,

sudor,

lluvia,

suspiro,

vuelo.













domingo, 20 de mayo de 2012

El viajero atrapado en el tiempo.

Chiche le decían.
Nunca supe cual era el nombre que derivó en esas 6 letras.
El nombre que debía estar en su documento, ese que eligió su madre, su padre, que fue resultado de una larga investigación, o de un simple gusto lindo.
Nunca lo supe.

Chiche vivía enfrente de la casa de la esquina, en realidad, enfrente de una de las caras de la casa de la esquina.
En la casa de la esquina, vive mi abuela.
De todos los recuerdos que se relacionan con esa casa, habita chiche.
Chiche gritando,
Chiche llorando,
o Chiche observando desde su silla, puesta de espaldas a su casa, con los ojos hacia adelante, hacia donde siempre quiso ir, y no pudo.

Cuando era chica le tenía miedo.
De más grande supe que chiche, era un viajero del tiempo, que se había quedado perdido entre los años.
Era grande de unos 50 años, de pelo canoso, flaaaaco y alto.
Pero si lo mirabas con detenimiento, Chiche, era sólo un niño, un niño triste y asustado, al que nunca le habían abierto la puerta para ir a jugar.

Según mi abuela, de joven, se hablaba con el Raúl y la Liliana, y se pasaba algunas tardes con el Raulito y la guitarra, tocando notas de hace algún tiempo.

Un día ví a Chiche barriendo la calle, pidiéndole a las bolsas de plástico que se corran de su camino, enojándose con ellas, al no cumplir. También supe de la vez que salió corriendo, semi-desnudo, tras una muchacha que pasaba por ahí.

Lo más triste fue enterarme de la razón del quedar atrapado en su cápsula temporal.
En algún época, en su juventud, Chiche se había atrevido a amar, a amar de verdad y cuando uno se arriesga a amar, abre la puerta a todo lo que vendrá.
Su madre, no lo aceptó, y cerró para siempre esa puerta, guardando la llave, en alguno de sus bolsillos más oscuros.

No se si Chiche peleó por su amor, o simplemente se dejó caer.
Sí se que desde ese entonces, fue cayendo encerrado en una nave, a través del espacio, un nuevo capitán Beto, atravesando el espacio-tiempo, en un otoño eterno.

Un día, fui de visita  la casa de la esquina, y mientras la Zulema me abría la puerta, él me vió, sentado en su silla de afuera.
Me vió y me gritó.
Mi abuela, no logró entenderlo.
Pero yo sí.
Yo sí le entendí.
Me gritó:
-Liliana!-

Y ahí entendí, realmente entendí.
Chiche había quedado encerrado, en un mundo, en el que yo, ya no era yo, sino que era ella, mi madre.
Era Lilianita, que lo saludaba desde su casa, cuando Chiche era aquel joven, cuando Chiche tocaba la guitarra con Raúl, cuando Chiche podía distinguir los aromas, y los rostros, y podía sentir profundo cariño hacia alguien, sin que nadie se lo impidiese.

Un vació fue creciendo en mí desde ese momento, una nostalgia por alguien a quien no conocía, por alguien a quién el amor le fue arrebatado, y no se atrevió a luchar, una impotencia inmensa, por los actos de su propia progenitora, que lo encerraba, no sólo entre las rejas de la casa, sino que lo encerraba cada vez más en sí mismo.

Ayer, me enteré que Chiche, continuó su viaje, hacia otros mundos.

Y aunque tal vez mi abuela pretenda convencerse, que ya no habrá mas gritos ni líos.

Sé que algo le faltará a esa esquina de esa calle.

Un enriedo de griteríos y bolsas de plástico,
de naves y nostalgias,
de ojos que miran y buscan,
mientras las manos que tocan la guitarra se atrofian, o se olvidan,
mientras lo castaño se vuelve canoso,
y viceversa.

martes, 15 de mayo de 2012

No todos los días, uno escucha  a una nena de trenzas rubias, relatar un partido de futbol, mientras patea una pelota de colores.

No todos los días, uno ve a una chica, hamacarse con muchas ganas, mientras le grita a la luna, que la va a alcanzar.

No todos los días, una niña, se te acerca corriendo, se sienta (después de mucho esfuerzo) en la hamaca al lado tuyo, y con las piernitas colgando, te cuenta como el papá la hamaca fuerte fuerte, y te muestra, nuevas técnicas para sonarse los mocos.

No todos los días, uno puede sentir el nacimiento de un abismo, que se vuelve gigante, infinito y silencioso.

No todos los días, uno puede estar tan cerca y tan lejos de alguien.

Cuando me senté en la hamaca, me daba el sol de espalda, una nena me hablaba, y el pasto se movía, interceptando el camino de las homigas.

Y sin embargo, cuando me levanté, el sol ya no estaba, la nena se había ido a tomar la leche, y yo ya me había vaciado.

Me escondí debajo de la bufanda, para cuidar las pocas palabras que me quedaban.

Y empecé a caminar.

lunes, 14 de mayo de 2012

No creo en el amor que necesita sufrimiento, que sobrevive de celos y reproches, de mentiras.
No confío en el amor que necesita de constantes flores, o bombones.
Ni del que es sólo manos y ojos, y se olvida de los oídos y las palabras.
No creo en el amor eterno, porque ni siquiera sabemos, que va a pasar mañana.
No acepto el amor que no se juegue, que no arriesgue, que se quede comodamente sentado en el sillón.
No entiendo a aquel que pretende ser igual a través de los años, cuando a nuestro alrededor todo está en constante cambio, no podemos simplemente cerrar los ojos, y creer que cambiar es errado.
No creo que sea algo con fechas y almanaques, y relojes constantes.
Ni con centimétros o reglas, midiéndo cuánto creció, cuanto decayó.
Me cuesta darle confianza, al amor que huye al conflicto, bajando la cabeza y asintiendo.
Ya que muchas cosas buenas, surgen del conflicto.
No creo que el amor, se limite a dos cuerpos, a dos mentes, a dos.
Creo que es algo que abarca mucho más de lo que dos pueden contener.
No creo en el amor que se conforma.
Y deja de ser amor.

domingo, 13 de mayo de 2012

De la tierra al cielo

Como jugando a la rayuela me pierdo en veredas-escaleras, subiendo y bajando, y cayendo.
En esquinas borrosas de carboncillo, que no dejan distinguir los rostros, que ya son lineas, muy delgadas, que ya no son nada.
Entre piernas de tiza gastada, que van y que vuelven, que no saben a donde vamos, ni siquiera a donde estamos.

Despacio caen las piedras, agujereando techos ajenos, pequeñas y gruesas capas de ozono, cubriendo como sombreros,ideas conformistas.
Despacio caen las piedras, en diacronía con el tiempo establecido,
enfrentando cabeza y sentir, actuar y tiempo, causa y efecto.

La calesita sigue girando, entre tantas palabras desajustadas
entre tazas de cafe olvidadas, entre nostalgias, por nunca abrir la puerta.

Y las piedras siguen cayendo, del cielo a la tierra.
Y las risas siguen cavando, de la tierra al cielo.

viernes, 11 de mayo de 2012

Controversias de la lluvia

Que llueva,
pero lluvia lluvia,
lluvia con tormenta,
lluvia con viento de antemano,
lluvia con caras mojadas,
zapatillas embarradas,
cabezas con o sin capuchas.

Lluvia con ventanas y gotas
gotas que resbalan a la par de uno,
que está siempre a punto de resbalar/rebalsar.

Lluvia con bufandas y películas
O con té y páginas marcadas,
ya amarillas y olvidadas de hace tiempo.
Lluvia con calesitas que giran
y que no importa ya que paren o no
mientras sea bajo este azul mojado
por el que nadie nota si esta lluvia es del cielo,
o es de uno, que ya no puede retenerla.

Lluvia que es máquina del tiempo y es abuelos, meriendas,
tortas fritas y canciones, lenguas afuera, bolsillos con cartas y generalas.

Lluvia que es volver a tener 6 años,
Que es mamá trayendo crayones, velas y sonrisas.
Lluvia que es hermanos y plasticolas de colores en hojas blancas
que se doblan a la mitad y forman figuras imposibles.

Lluvia que es nostalgia y risa

Que es olor a madera,
Lluvia, que nos hace subir a los altillos a cerrar ventanas
y nos re-encuentra con los nosotros que dejamos en uno o varios estantes.

Lluvia que es acorde, y cuerda contra cuerda
y voz derrotada, y canción que arrastra consigo espiral de nudos apretados.

Lluvia de esa que vuelve lo verde salvaje
que impregna la tierra, que le da vida
y que hace que respiremos hondo
y nos creamos capaces de germinar.

Lluvia que apaga las luces
y hace saltar la corriente
y nos deja des-conectados de tanta cosa amorfa,
ensimismados con las llamas de las velas y las historias de terror.

Lluvia que también es arrasadora
y acaba con los techos, las paredes y los candados
Lluvia que crea desesperanza y tristeza y termina
en un balde/tacho/vaso.

Lluvia que es grito
pero grito desde las entrañas
grito con palabras que no sabíamos que conocíamos
y que de tanto que es grito, también es alivio.

No esta lluvia, que no es lluvia ni es sol,
no esta indesición,
irresolución,
vacilación,
duda,
titubeo,
perplejidad,
inseguridad,
dilema,
confusión.

No esta lluvia, ni mojada ni seca,
incertidumbre húmeda, que confunde.

No esta lluvia que no me toca,
que se evapora antes de llegar a mi
que me incomoda, me fastidia, me desarma.

No esta lluvia
que no logra
compaginarse
con la
lluvia
que
hay
en
mi.

lunes, 7 de mayo de 2012

Hay alguien

hay alguien que está gritando



gritando!



hay alguien que está gritando!


¿De donde viene?

alguien grita!



¿Escuchás?


Hay alguien que está gritando










Dentro tuyo.

viernes, 4 de mayo de 2012

mapas





















































































Qué habrán visto esas pupilas en tantas otras vidas, que los recuerdos les quedaron grabados en la retina.


Qué tormentas habrás pasado, que los truenos logran 


des - armar




[de una] 
todas tus piezas de gata distante y fría, meticulosamente apiladas, luego de tantas batallas perdidas.






Vaya uno a saber que triste recuerdo, te obliga a salir huyendo, y a hacerte un bollito.


 














Contra el sillón.

jueves, 3 de mayo de 2012

Agujeros negros de hoy en día

A veces somos siluetas de aparente cartón.
Siluetas que caminan pero no avanzan.
Que hablan, pero no dicen nada.
Siluetas.
Uno no puede ver a través de una silueta, como no se puede ver a través del cartón, de algo opaco y sin vida.
Entonces no nos podemos dar cuenta, no podemos saber a simple vista.
A veces en el pecho de las aparentes siluetas, aparece un punto negro, insignificante, una pequeña molestia en medio de tanta rutina.
Hasta que ese puntito termina siendo un agujero negro que nos va absorbiendo de a poco, pidiendo más de nosotros.
Este agujero, infinito y atemorizante, nos exige, sediento, arrebata lo mejor y lo peor de nosotros.
Pensamos que dándole lo que nos pide, estamos callándolo y apagándolo.
Pero no.
Lo volvemos más fuerte.

A veces, el agujero negro nos vuelve de malhumor, irritantes, frustrados irascibles.
Nos saca las ganas.
De todo.

A veces mi perra rasguña la puerta, pidiéndome desesperada, un poco de asfalto y arboleda.
Y yo refunfuño, y me enojo y le digo que no quiero que no puedo que no hay tiempo.
Que la facultad, y los trabajos, y la salud y la familia, y le explico de las cuentas, del gas y de la luz.
Pero a ella no le importa. (Y hace bien)

Y la saco, mientras agita la cola de aca para alla, feliz de la vida, y me lleva por las calles laberínticas.
Y me cuenta del verde, y de las nubes con formas, y de los nenes que la miman y de las palomas que corre.
Y yo me rio, y me acuerdo, y me doy cuenta de que de a poco, me siento mejor.
Y vuelvo a mi casa, riendo y cantando.
Y presiento que el agujero no era tan hondo.
Ni tan fuerte.
Ni tan oscuro.

Y me doy cuenta que vale la pena vivir un día más
con un poco de verde, de formas de nubes
de calesitas y nenes, y palomas que vuelan.

Que hoy estamos vivos


lunes, 30 de abril de 2012


Entre desmemorias y memorias, idas y vueltas.

Nadie sabe como se comienza a formar, ni de dónde surge.
Pero todos la tienen, la moldean, la olvidan, la visitan.
La memoria, es un refugio y una cárcel, un cajón con demasiados papeles, la memoria es una casa en la arena.

Hay casas tan vacías, que las paredes se confunden con el techo, y el techo con el suelo, y uno se siente en el medio del desierto, con el viento atravesando el rostro, y los recuerdos esparcidos en cada rincón del mundo.

Otras, están repletas de historias, de muebles, de libros tirados en el piso y en las paredes cajones, llenos de aromas, de voces y escritos.

A esas casas, vale la pena ir a visitarlas de vez en cuando, sentarse en la vieja silla mecedora, (aunque el mimbre ya esté astillado) y revisar a fondo los cajones, vaciarlos de punta a punta, hasta el último pedacito de tiza, que guardamos aquel agosto, después de pintar rayuelas en todos los patios posibles.

A veces llenar la casa con tanto mueble, tanto vida, tanta rutina, termina encerrándonos de a poco, perdiendo la noción del tiempo, volviéndonos amarillos, cómo diario viejo, convirtiéndonos en parte del mobiliario, escondidos y ocultos en los vericuetos de la memoria, sin saber si somos el recuerdo o sólo recordamos lo que fuimos antes de ser lo que ahora fuimos, o ayer somos.

A nuestra casa en la arena (hecha también de arena), no es fácil sostenerla, ínfima y efímera, a veces tambaleante, suele escaparse de nuestras manos, y volverse olvidada llanura, tiempo en un reloj.

De vez en cuando, (sobre todo los domingos de otoño) suelo visitarla, agrego un estante, guardo una foto en un cajón, abro todos los frascos, todos los olores guardados y los dejo libres.
Por un instante, el olor a tierra mojada, también puede ser humo de vela un día que se cortó la luz, una esquina camino al colegio, que olía a jazmines, abrazo tibio de mi abuela, y tostadas en días de invierno.

Cada vez que voy, también traigo una parte de aquel lugar, lo reparto entre mis días, en el agua del mate, que va a cada amigo, en las risas que salen desde mi panza, y en los garabatos que forman las letras que escribo.
Guardo especialmente, pedacitos de mi casa para los niños, ellos son buenos arquitectos de arena, y es más fácil para ellos edificar nuevos rascacielos sin fronteras.

No me olvido que mi casa es de arena, y que hay ciertas cosas que desarma el mar, y ciertas cosas que se lleva el viento.
Espero que cuando se derrumbe, otros puedan llevarme en la pared de sus propias casas, en la madera de los cajones, o en las partículas que conforman el mimbre de una silla mecedora.
Y que de vez en cuando, abran el frasco con mi aroma, y me dejen deslizarme de a poquito entre las paredes de una nueva casa de arena.



Victoria Jerez.

viernes, 20 de abril de 2012

E N C E R R A D O .

http://gonzaloperin.tumblr.com/
Estar literalmente encerrado.
No por jaulas, ni por paredes.
E n c e r r a d o.
Por miedo.

A la vida

A nacer.
A estar solo.
A sentir.
A caer de la cuna.
A que no te entiendan.
Ni te abracen.
A dejarse moretones
A llegar tarde a la escuela.
A no tener amigos.
Al plato de espinaca.
A la profesora de inglés.
A ser niño.
A creer.
A correr y saltar la soga.
A dios.
A las mentiras.
A lo desconocido
A la ira
Al amor
A crecer.
A no ser uno mismo.
A que no te miren
No te escuchen
No te hablen.
No te quieran.
A que tu vieja se entere.
A no ser el más popular.
A no tener una banda de rock.
A lo que piensen de vos.
A envejecer
Al prejuicio.
A la sociedad de consumo.
A ser parte de la masa.
Al desamor.
A las canciones de protesta
A la iglesia.
A la política.
Al estado.
A que te atrapen.
A la guerra.
A la inseguridad.
Al futuro de tus hijos.
A las arrugas.
A la hipoteca.
A tu jefe.
Al matrimonio.
A ser infeliz.
A que la plata se esfume.
A la infidelidad.
A la molestia,
hipertensión,
arritmia, y acidez.
A la menopausia,
diabetes,
obesidad,
hipotermia,
artrosis,
alzheimer,
sordera,
a la vasectomía,
a la demencia.
Al olvido selectivo.
A los vecinos.
A la dependencia.
A la religión.
A no haber gritado
tomado de más, viajado.
Al no haber amado lo suficiente
O haber hecho cosas locas por amor.
Al no recuerdo.
A no haber aprendido a tocar la guitarra.
A no haber cursado ese taller de portugués.
A la falta de ganas.
A las fotografías en blanco y negro.
A que te olviden.
A que no haya nada bueno que recordar.
A no haber vivido.

A la muerte.

martes, 17 de abril de 2012

La otra realidad

Vivimos enganchados
de un cable a una pantalla
de un auricular a una tecla
y viceversa.
Pero a veces, sin darnos cuenta
nos salimos del cuadradito
y nos vamos por instantes,
a otras realidades.
En las que al subir al vagón
interceptamos otro sonido
mucho mejor en el aire
un muchacho y un charango
en un diálogo improvisado
un paisaje cotidiano
que de a poco se va volviendo color.
Sentados en los escalones
sin buscar propinas
ni aplausos
ni miradas.
Dan ganas de decir tantas palabras
de respirar hondo
para que los acordes puedan
entrar y salir de uno mismo.
Pero la mágico es efímero
y me tengo que bajar
en la próxima estación.
Apoyo un pie en el escalón,
y miro hacia atrás buscando unos ojos,
y los encuentro, y sonrío
agradeciendo ese viaje sin boleto.

Vuelvo a la otra realidad, la de humo
y ruido de maquinarias, e inseguridades varias
Pero con una creciente certeza
de que hay puertas en cada vuelta de esquina
esperando ser cruzadas,
para llevarnos lejos, por unos minutos
sin tiempo, ni cronómetro, ni auricular
ni pantallas, ni teclas, ni cables.
Lejos.

martes, 10 de abril de 2012

Jugando en el patio-barco

A veces camino y veo, unos nenes jugando en un patio-barco.
Una niña pelirroja con una escoba barriendo los pies del nene que está tirado en el piso.
Al nene del piso, con ojos asustados, rogándole al pirata que lo deje vivir. 
Y un tercer nene, con bigote de fibra, señalándolo con el dedo-garfio de su mano izquierda.
Y entonces me pregunto, por qué algunas personas buscan magia en lugares tan equivocados.

lunes, 9 de abril de 2012

Rama, pata y antena

Voy caminando, veo un punto en el piso, una hilera, unas patas, una hojita, una hormiga y sus hermanas.
Mi gata también las ve, las persigue las atrapa las suelta las vuelve a atrapar.
En un cuadradito entra una rama, una pata y una antena.
Tanta vida en tan poco espacio.
Yo me pregunto que sentirá la gata, que estira la pata con gracia, con miedo con sorpresa, tal vez el himenóptero se pregunte lo mismo, mientras intenta llevar su almuerzo en su pequeña y negra espalda.
Y tal vez, la hoja, desterrada de su viviente hogar, de su rama natal, de su tronco amigo, mientras mira al cielo, sin savia y sin vida se pregunte que son esas finísimas ramas negras que la llevan de aca para alla, que no la dejan deslizarse despacito, para morir volando en vaivén, de cara al sol, como soñó durante tanto tiempo.

lunes, 26 de marzo de 2012

Hoy: Pintó el bajón.

Día para escuchar Debussy, para sentarse a la mesa con un sólo plato, para mirar hacia donde no hay nada.
The romantic guitar está sonando, y ya no se quien soy, como si una parte de mí, no estuviera conmigo, se hubiera ido, como Alicia, a través de este enorme y atrapante espejo inconciente.
Me siento, llevo el tenedor a mi boca y mastico, pero no siento nada, sabor a nada, a vacío, y llego a la frustrante y estúpida conclusión de que ciertos vacíos, no se llenan con nada.
Estoy sentada a la mesa, pero también estoy viendo mi distante figura, en la habitación, frente a la mesa, como en un cuadro, hecho de carboncillos baratos, una absurda naturaleza muerta, que no es natural, ni está marchita, o tal vez si, pero sólo por dentro, que inútilmente, siempre está  fuera de tiempo y lugar. Equivocada.

Cajones

¿Se puede despertar de un sueño tan real?
¿De una inconciencia capaz de superar en minutos la realidad?
¿De un aire tan pesado que perfore tus pulmones cada vez que lo inhalás?
De una nostalgia tan auténtica, que aún despues de abrir los ojos la puedas sentir ahí, intacta, burlándose.
De una angustia tan profunda que se aferra a tus huesos, a tu voz, que después de hacerte un bollito contra un sillón, y de que subas el volumen de la canción más triste, para poder largarlo todo, se atreve a abrir los cajones de la memoria, y se instala, haciéndote imposible pensar que sólo fue un sueño, un momento, un instante, sino que en realidad, el sueño era todo lo demás.

sábado, 24 de marzo de 2012

Viento-brazo-abrazo

Lo escucho silbar, sonrío y dejo lo que estoy haciendo. Salgo afuera, con Poli mordiendome las zapatillas y Pichi dejándome su impronta en forma de pata de tierra en mis pantalones azules.
Creo inocentemente que cuando llegue, va a lograr despegarme de los pensamientos que se enriendan en mi, en forma de espiral infinito. (¿Inocentemente?)
Espero. Y llega.
Cómo me gusta creer que si abro los brazos y cierro los ojos al cielo, cuando me traspase va a lograr llevarse una parte de mí, como antes, cuando las cosas eran distintas, para llevarme a cada parte, a cada pequeña partícula que conforma este mundo, para dejarme ahi. Y volverme a arrancar.

Me gusta creer que yo, no sólo soy yo, que estoy conformada por retazos de historias, aroma a lluvia, croar de ranas en pleno julio, miedo de niños en calles desiertas de nueva york, sabores matutinos, campos de girasoles en la pampa saludando al sol, fricción de una mano contra otra, de una pareja paseando por París, impotencia de algunas madres con pañuelo, esa cosquilla que da una caricia, sabiduría de quien sabe que todo pasa por alguna razón.
Quisiera creer con todas las fuerzas que cada vez que el viento traspasa nos lleva, pero también deja, cosiendo y descosiendo en su camino. Y que tal vez en alguna parte del mundo, también estoy yo, danzando en sincronía a la par de todo.

viernes, 23 de marzo de 2012

Buena temporada para remontar olgas

 http://www.macanudo.com.ar/

Don volador de bufandas y sombreros, desparramador de hojas que ayer ayudaste a pincelar de amarillo.
Provocas en mí, ganas de abrazar y no soltar, de hacerme un ovillito en la cama, de preparar té o capuchino, y sentarme en un sillón con pantuflas, y libros de los que caen pétalos descoloridos, de poder calentarme las manos con la taza, el vaivén de los que mueren de pie, que veo desde la ventana, los pequeños remolinos de hojas amarilloanaranjadas y la satisfacción de dejarse atravesar por el viento.

Que bueno que volviste!


Girando en el cielo

  Esta fotografía me encontró y me contó al oido las incertidumbres de un nene, que observó una tarde, las palomas volar.

  Momento captado por Gonzalo Perin,  gonzaloperin.tumblr.com

¿Existirá un lugar, a donde vayan a parar todas las cosas perdidas?

De tinta a piel, mar adentro.

Y me pregunto que significará tanto color enjaulado tanta alegría desordenada, cuál es la magia que esconden las cajitas de té, aquellas que existían antes, en otro tiempo, alli donde encuentro papelitos arrugados que me dicen que todavía sigo siendo yo, de acromáticos a multicolores torbellinos de hojas de otoño.
Dejando en el camino, piezas de rompecabezas sin foto a la cual imitar, fotografías grabadas de tinta a piel y barriletes hechos de nenitos papel diario, agarrados de la mano, mar adentro.