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miércoles, 30 de mayo de 2012

Algo

Hay algo en el aire,
que logra traspasar
todo muro levantado
toda membrana conocida
todo límite establecido.
Que despierta despacito
y levanta vuelo,
hacia nosotros
y desde nosotros.

Hay algo que se cuela en cada partícula, y en cada ser.
Una especie de música cromática que transporta, lejos y cerca.

Que hace sonreir, respirar hondo, y sentir el aroma del mundo.
Algo con la tibieza de un abrazo y la fuerza de un huracán,
que rompe de a poco nuestros cánones establecidos,
reglas baratas e insulsas.

Que des - arma,
para volver a armar,
que cose y descose,
que escribe y borra,
y vueve a escribir.

Hay algo en el aire
que está pidiendo,
a gritos de ventisca
que dejemos de aparentar
lo que todos pretenden de nosotros.

Para sucumbir a lo que fuimos
para confrontar lo que somos
para romper y crear
para morir y nacer
y así comenzar
a ser.








(Aufheben)

lunes, 28 de mayo de 2012

Mentir

engañar

huir

cortar

gritar

desgarrar

romper

pisar

anudar

callar

enredar

confundir

lastimar

deshilachar

descoser

rayar

tachar.



Es fácil.










viernes, 25 de mayo de 2012

des-acorde

Baje del colectivo.
Y lo ví.
Estaba sentado en un banco de plaza.
Una guitarra estaba apoyada en sus rodillas, no logré distinguir si era criolla o acústica.
Mientras caminaba a la estación, me saqué los auriculares.
Realmente quería escuchar lo que tenía esa guitarra por decir.
Pero no escuche nada.
Algo estaba andando mal.
Lo miré, y me estaba mirando.
(Entre los dos, no completábamos una sonrisa.)
Seguí caminando.
Lo volví a mirar.
Estaba mirando.
Quise pedirle una canción, una melodía, un simple acorde, un solo, un misero punteo, ALGO!
Algo que me hiciera sentir menos vacía, menos enredada, menos confundida, menos.

Nada.

Un vacío silencioso se había apoderado de la plaza, de la guitarra y de mí.
Me di vuelta una última vez, y ahí estaba.
Era ya una mancha pequeña en la periferia de mi visión.
Aún asi, pude darme cuenta, de que ahí estaba.
Mirándome.
Tal vez, el efecto también lo había atrapado.
Tal vez, él también se había quedado mudo.

Y vacío.

Como la plaza.
Como la guitarra.
Como yo.






martes, 22 de mayo de 2012

Correr

No para llegar a un lugar,
ni porque estés apurado,
no porque estés escapando.

Correr.
Sin horarios y sin días.
Sin cronómetros,
sin el peso de una mochila.

Correr.
Sin celular.
Sin wi-fi.
Sin facebook.

Correr.
Con lluvia y barro,
con sol y viento,
con hojas de otoño.

Correr
con el corazón acelerado,
con los pulmones asfixiados,
con las piernas hechas garabatos.

Correr
sin multitudes ruidosas
sin autos, ni nafta.
Correr sin inflación.

Correr sin prejuicios
de piel,
religión,
sexo,
o edad.

Correr siendo
niño,
anciano,
joven,
adolescente,
o adulto.

Correr
Junto a los caballos salvajes,
a la brisa mojada,
entre kilómetros y kilómetros de nada
que de tanto ser nada,
lo es todo.

Correr
dejando de ser
suegro,
vecino,
primo,
madre,
o pareja
de alguien.

Correr.
En agosto o en enero
En invierno o primavera
Feriados y martes.

Correr y sentirte parte del viento.


Correr

y volverte

pensamiento,

néctar,
 
pluma,

cartílago,

migración,

barro,

clorofila,

sudor,

lluvia,

suspiro,

vuelo.













domingo, 20 de mayo de 2012

El viajero atrapado en el tiempo.

Chiche le decían.
Nunca supe cual era el nombre que derivó en esas 6 letras.
El nombre que debía estar en su documento, ese que eligió su madre, su padre, que fue resultado de una larga investigación, o de un simple gusto lindo.
Nunca lo supe.

Chiche vivía enfrente de la casa de la esquina, en realidad, enfrente de una de las caras de la casa de la esquina.
En la casa de la esquina, vive mi abuela.
De todos los recuerdos que se relacionan con esa casa, habita chiche.
Chiche gritando,
Chiche llorando,
o Chiche observando desde su silla, puesta de espaldas a su casa, con los ojos hacia adelante, hacia donde siempre quiso ir, y no pudo.

Cuando era chica le tenía miedo.
De más grande supe que chiche, era un viajero del tiempo, que se había quedado perdido entre los años.
Era grande de unos 50 años, de pelo canoso, flaaaaco y alto.
Pero si lo mirabas con detenimiento, Chiche, era sólo un niño, un niño triste y asustado, al que nunca le habían abierto la puerta para ir a jugar.

Según mi abuela, de joven, se hablaba con el Raúl y la Liliana, y se pasaba algunas tardes con el Raulito y la guitarra, tocando notas de hace algún tiempo.

Un día ví a Chiche barriendo la calle, pidiéndole a las bolsas de plástico que se corran de su camino, enojándose con ellas, al no cumplir. También supe de la vez que salió corriendo, semi-desnudo, tras una muchacha que pasaba por ahí.

Lo más triste fue enterarme de la razón del quedar atrapado en su cápsula temporal.
En algún época, en su juventud, Chiche se había atrevido a amar, a amar de verdad y cuando uno se arriesga a amar, abre la puerta a todo lo que vendrá.
Su madre, no lo aceptó, y cerró para siempre esa puerta, guardando la llave, en alguno de sus bolsillos más oscuros.

No se si Chiche peleó por su amor, o simplemente se dejó caer.
Sí se que desde ese entonces, fue cayendo encerrado en una nave, a través del espacio, un nuevo capitán Beto, atravesando el espacio-tiempo, en un otoño eterno.

Un día, fui de visita  la casa de la esquina, y mientras la Zulema me abría la puerta, él me vió, sentado en su silla de afuera.
Me vió y me gritó.
Mi abuela, no logró entenderlo.
Pero yo sí.
Yo sí le entendí.
Me gritó:
-Liliana!-

Y ahí entendí, realmente entendí.
Chiche había quedado encerrado, en un mundo, en el que yo, ya no era yo, sino que era ella, mi madre.
Era Lilianita, que lo saludaba desde su casa, cuando Chiche era aquel joven, cuando Chiche tocaba la guitarra con Raúl, cuando Chiche podía distinguir los aromas, y los rostros, y podía sentir profundo cariño hacia alguien, sin que nadie se lo impidiese.

Un vació fue creciendo en mí desde ese momento, una nostalgia por alguien a quien no conocía, por alguien a quién el amor le fue arrebatado, y no se atrevió a luchar, una impotencia inmensa, por los actos de su propia progenitora, que lo encerraba, no sólo entre las rejas de la casa, sino que lo encerraba cada vez más en sí mismo.

Ayer, me enteré que Chiche, continuó su viaje, hacia otros mundos.

Y aunque tal vez mi abuela pretenda convencerse, que ya no habrá mas gritos ni líos.

Sé que algo le faltará a esa esquina de esa calle.

Un enriedo de griteríos y bolsas de plástico,
de naves y nostalgias,
de ojos que miran y buscan,
mientras las manos que tocan la guitarra se atrofian, o se olvidan,
mientras lo castaño se vuelve canoso,
y viceversa.

martes, 15 de mayo de 2012

No todos los días, uno escucha  a una nena de trenzas rubias, relatar un partido de futbol, mientras patea una pelota de colores.

No todos los días, uno ve a una chica, hamacarse con muchas ganas, mientras le grita a la luna, que la va a alcanzar.

No todos los días, una niña, se te acerca corriendo, se sienta (después de mucho esfuerzo) en la hamaca al lado tuyo, y con las piernitas colgando, te cuenta como el papá la hamaca fuerte fuerte, y te muestra, nuevas técnicas para sonarse los mocos.

No todos los días, uno puede sentir el nacimiento de un abismo, que se vuelve gigante, infinito y silencioso.

No todos los días, uno puede estar tan cerca y tan lejos de alguien.

Cuando me senté en la hamaca, me daba el sol de espalda, una nena me hablaba, y el pasto se movía, interceptando el camino de las homigas.

Y sin embargo, cuando me levanté, el sol ya no estaba, la nena se había ido a tomar la leche, y yo ya me había vaciado.

Me escondí debajo de la bufanda, para cuidar las pocas palabras que me quedaban.

Y empecé a caminar.

lunes, 14 de mayo de 2012

No creo en el amor que necesita sufrimiento, que sobrevive de celos y reproches, de mentiras.
No confío en el amor que necesita de constantes flores, o bombones.
Ni del que es sólo manos y ojos, y se olvida de los oídos y las palabras.
No creo en el amor eterno, porque ni siquiera sabemos, que va a pasar mañana.
No acepto el amor que no se juegue, que no arriesgue, que se quede comodamente sentado en el sillón.
No entiendo a aquel que pretende ser igual a través de los años, cuando a nuestro alrededor todo está en constante cambio, no podemos simplemente cerrar los ojos, y creer que cambiar es errado.
No creo que sea algo con fechas y almanaques, y relojes constantes.
Ni con centimétros o reglas, midiéndo cuánto creció, cuanto decayó.
Me cuesta darle confianza, al amor que huye al conflicto, bajando la cabeza y asintiendo.
Ya que muchas cosas buenas, surgen del conflicto.
No creo que el amor, se limite a dos cuerpos, a dos mentes, a dos.
Creo que es algo que abarca mucho más de lo que dos pueden contener.
No creo en el amor que se conforma.
Y deja de ser amor.

domingo, 13 de mayo de 2012

De la tierra al cielo

Como jugando a la rayuela me pierdo en veredas-escaleras, subiendo y bajando, y cayendo.
En esquinas borrosas de carboncillo, que no dejan distinguir los rostros, que ya son lineas, muy delgadas, que ya no son nada.
Entre piernas de tiza gastada, que van y que vuelven, que no saben a donde vamos, ni siquiera a donde estamos.

Despacio caen las piedras, agujereando techos ajenos, pequeñas y gruesas capas de ozono, cubriendo como sombreros,ideas conformistas.
Despacio caen las piedras, en diacronía con el tiempo establecido,
enfrentando cabeza y sentir, actuar y tiempo, causa y efecto.

La calesita sigue girando, entre tantas palabras desajustadas
entre tazas de cafe olvidadas, entre nostalgias, por nunca abrir la puerta.

Y las piedras siguen cayendo, del cielo a la tierra.
Y las risas siguen cavando, de la tierra al cielo.

viernes, 11 de mayo de 2012

Controversias de la lluvia

Que llueva,
pero lluvia lluvia,
lluvia con tormenta,
lluvia con viento de antemano,
lluvia con caras mojadas,
zapatillas embarradas,
cabezas con o sin capuchas.

Lluvia con ventanas y gotas
gotas que resbalan a la par de uno,
que está siempre a punto de resbalar/rebalsar.

Lluvia con bufandas y películas
O con té y páginas marcadas,
ya amarillas y olvidadas de hace tiempo.
Lluvia con calesitas que giran
y que no importa ya que paren o no
mientras sea bajo este azul mojado
por el que nadie nota si esta lluvia es del cielo,
o es de uno, que ya no puede retenerla.

Lluvia que es máquina del tiempo y es abuelos, meriendas,
tortas fritas y canciones, lenguas afuera, bolsillos con cartas y generalas.

Lluvia que es volver a tener 6 años,
Que es mamá trayendo crayones, velas y sonrisas.
Lluvia que es hermanos y plasticolas de colores en hojas blancas
que se doblan a la mitad y forman figuras imposibles.

Lluvia que es nostalgia y risa

Que es olor a madera,
Lluvia, que nos hace subir a los altillos a cerrar ventanas
y nos re-encuentra con los nosotros que dejamos en uno o varios estantes.

Lluvia que es acorde, y cuerda contra cuerda
y voz derrotada, y canción que arrastra consigo espiral de nudos apretados.

Lluvia de esa que vuelve lo verde salvaje
que impregna la tierra, que le da vida
y que hace que respiremos hondo
y nos creamos capaces de germinar.

Lluvia que apaga las luces
y hace saltar la corriente
y nos deja des-conectados de tanta cosa amorfa,
ensimismados con las llamas de las velas y las historias de terror.

Lluvia que también es arrasadora
y acaba con los techos, las paredes y los candados
Lluvia que crea desesperanza y tristeza y termina
en un balde/tacho/vaso.

Lluvia que es grito
pero grito desde las entrañas
grito con palabras que no sabíamos que conocíamos
y que de tanto que es grito, también es alivio.

No esta lluvia, que no es lluvia ni es sol,
no esta indesición,
irresolución,
vacilación,
duda,
titubeo,
perplejidad,
inseguridad,
dilema,
confusión.

No esta lluvia, ni mojada ni seca,
incertidumbre húmeda, que confunde.

No esta lluvia que no me toca,
que se evapora antes de llegar a mi
que me incomoda, me fastidia, me desarma.

No esta lluvia
que no logra
compaginarse
con la
lluvia
que
hay
en
mi.

lunes, 7 de mayo de 2012

Hay alguien

hay alguien que está gritando



gritando!



hay alguien que está gritando!


¿De donde viene?

alguien grita!



¿Escuchás?


Hay alguien que está gritando










Dentro tuyo.

viernes, 4 de mayo de 2012

mapas





















































































Qué habrán visto esas pupilas en tantas otras vidas, que los recuerdos les quedaron grabados en la retina.


Qué tormentas habrás pasado, que los truenos logran 


des - armar




[de una] 
todas tus piezas de gata distante y fría, meticulosamente apiladas, luego de tantas batallas perdidas.






Vaya uno a saber que triste recuerdo, te obliga a salir huyendo, y a hacerte un bollito.


 














Contra el sillón.

jueves, 3 de mayo de 2012

Agujeros negros de hoy en día

A veces somos siluetas de aparente cartón.
Siluetas que caminan pero no avanzan.
Que hablan, pero no dicen nada.
Siluetas.
Uno no puede ver a través de una silueta, como no se puede ver a través del cartón, de algo opaco y sin vida.
Entonces no nos podemos dar cuenta, no podemos saber a simple vista.
A veces en el pecho de las aparentes siluetas, aparece un punto negro, insignificante, una pequeña molestia en medio de tanta rutina.
Hasta que ese puntito termina siendo un agujero negro que nos va absorbiendo de a poco, pidiendo más de nosotros.
Este agujero, infinito y atemorizante, nos exige, sediento, arrebata lo mejor y lo peor de nosotros.
Pensamos que dándole lo que nos pide, estamos callándolo y apagándolo.
Pero no.
Lo volvemos más fuerte.

A veces, el agujero negro nos vuelve de malhumor, irritantes, frustrados irascibles.
Nos saca las ganas.
De todo.

A veces mi perra rasguña la puerta, pidiéndome desesperada, un poco de asfalto y arboleda.
Y yo refunfuño, y me enojo y le digo que no quiero que no puedo que no hay tiempo.
Que la facultad, y los trabajos, y la salud y la familia, y le explico de las cuentas, del gas y de la luz.
Pero a ella no le importa. (Y hace bien)

Y la saco, mientras agita la cola de aca para alla, feliz de la vida, y me lleva por las calles laberínticas.
Y me cuenta del verde, y de las nubes con formas, y de los nenes que la miman y de las palomas que corre.
Y yo me rio, y me acuerdo, y me doy cuenta de que de a poco, me siento mejor.
Y vuelvo a mi casa, riendo y cantando.
Y presiento que el agujero no era tan hondo.
Ni tan fuerte.
Ni tan oscuro.

Y me doy cuenta que vale la pena vivir un día más
con un poco de verde, de formas de nubes
de calesitas y nenes, y palomas que vuelan.

Que hoy estamos vivos