Translate

miércoles, 12 de noviembre de 2014

a destiempo


Incomprensiblemente habías aparecido, como surgido de quien sabe qué vuelta de esquina. Enseguida te diste cuenta, que de alguna manera habíamos girado los relojes una vez más y yo también te miraba, como intentando entender.
El destiempo había estado presente en casi todos nuestros encuentros fugaces (nunca planeados) y esta vez, no podía ser la excepción. A destiempo todo, las palabras, la nostalgia, el abrazo puente hacia otros mundos, la vida azul, desamor y desencuentro.
A destiempo te quise, con una inocencia que asqueaba, a destiempo me buscaste, vaya uno a saber porqué insólito viraje, pero yo ya no estaba ahí, en la misma plaza, la misma hamaca, intacta.
Y ahora estamos otra vez a destiempo, vos de aquel lado del andén y yo de este, esperando un tren distinto que nos transporte a algún lugar

Inevitable la sonrisa, tal vez es el sentirnos un poco menos solos, el sabernos fugaces, insólitos, siempre tirados de los hilos. Sonrisa nostálgica que se pierde tras los transeúntes, sin tiempo para preguntarse qué esconde, se cuela entre las ventanas del tren.

domingo, 2 de noviembre de 2014

de lluvias

El agua caía, en un vómito interminable. Caía sobre las casas, sobre la plaza, sobre el banco, sobre vos y en consecuencia, sobre mí. Pero nosotros ya estábamos empapados desde hacía tiempo y tal vez por eso, ni siquiera nos movimos cuando la lluvia empezó.
Imposible describir la parsimonia de tus manos, hurgando en la búsqueda inconclusa de alguna palabra, alguna forma de decir aquello que creías guardado en lo más profundo. Nunca te lo dije, pero yo podía verlo sin que tengas que decirlo, se escapaba como un humo de tu boca, de tus manos, de todos tus poros, aunque te esforzaras tanto por parecer impenetrable.
Creo que esa tarde fue algo similar a nosotros mismos, empezamos siendo un día de sol, de esos en los que da gusto andar en bicicleta, pero en algún momento, te invité a sentarte y de a poco la lluvia empezó a mojarnos.
Miranos ahora, empapados hasta las palabras, pero aún así no nos movemos, porque moverse significa una acción, algo que genera otra cosa, algo así como un dominó interminable de consecuencias impensadas.
Vos seguís buscando en algún diccionario inexistente y yo con este miedo a cuestas, de escuchar lo que tengas para decir.
Mientras tanto, la lluvia nos empapa el alma, que quizás ya estaba empapada desde hacía ya tiempo.