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lunes, 23 de diciembre de 2013

a flor de agua

Talita se corrió un poco en la cama y se apoyó contra Traveler. Sabía que estaba otra vez de su lado, que no se había ahogado, que él la estaba sosteniendo a flor de agua y que en el fondo era una lástima, una maravillosa lástima. Los dos lo sintieron en el mismo instante, y resbalaron el uno hacia el otro como para caer en ellos mismos, en la tierra común donde las palabras y las caricias y las bocas los envolvían como la circunferencia al círculo, esas metáforas tranquilizadoras, esa vieja tristeza satisfecha de volver a ser el de siempre, de continuar, de mantenerse a flote contra viento y marea, contra el llamado y la caída.

Capítulo 54

martes, 3 de diciembre de 2013

De otras vidas

PLAY

Y un día, sin muchas vueltas te fuiste a volar otros cielos, y me dejaste a la deriva, sin saber como hacer para no tambalear en cada paso que daba. Y todavía estoy así, con millones de dudas dándome vueltas, o tal vez sólo una, y un par de manitos que me piden upa. ¿Sabés? A veces pareciera que este vacío pesa tanto, que caigo en un pozo del cual cuesta mucho salir, pero él se acerca despacito y me ayuda a levantar vuelo, otra vez.
¿Por qué será que la calesita gira y nunca nos deja en el mismo lugar en el que subimos? Te extraño tanto. No te encuentro en las canciones, ni en todas las plazas que recorrimos, y aunque ponga siempre los mismos discos, aunque me eche a rodar en el pasto todos los agostos, ya no es lo mismo.
Existe un vacío tan grande que siento que lo que respiro es como plástico, algo artificial que me asfixia. Me dejaste a la deriva, y no te lo puedo perdonar, porque me habías prometido algo distinto, yo no quise creerte al principio, porque sabía que estas cosas pasan, que ciertas cosas no pueden ser tan mágicas (sé que no es tu culpa, perdoname, pero es tan triste verlo crecer sin vos). Le di una foto tuya, y la pone debajo de la almohada cada vez que se va a dormir, a veces le susurra cosas, mientras cree que no lo veo, te cuenta cosas, y a mi me dan ganas de llorar y sonreir al mismo tiempo, como esos arcoiris de los que hablaba Benedetti, de los cuales siempre te gustaba escuchar de mi boca, en esos días en los que ponías la cabeza sobre mis piernas para escucharme y yo hacía dibujos con mis dedos en tu pelo, mientras recitaba palabras que recordaba o te cantaba pedacitos de canciones que venían a mí de quién sabe que recovecos.

Hay algo que me atormenta más que nada, y es el miedo a olvidarte. No lo creía posible, ¿sabés? me sentía tan invencible teniendote tan vivo en mi recuerdo. Pero fui un poco ilusa, siento que algunas cosas se me borran, se me escapan, y no puedo reconstruirlas. No me bastan todas tus fotos, ni los videos, ni todas nuestras conversaciones, hay algo que no se puede guardar en ningún tipo de maquinaria. ¡Estábamos  tan equivocados! El instante que guardan las fotografías, es un instante incompleto, algo inacabado, los olores, la música, las sensaciones, las agregamos nosotros, cuando las vemos, pero yo ya no puedo, me quedé vacía.

Hay algo, que nos llevamos cuando nos vamos, algo que es imposible de recrear. Pero hay cosas que sí quedan, como memorias en todo lo que fuimos, memorias que advierto cuando estoy batiendo un café, cuando me da fiaca levantame y escucho la lluvia caer mientras estoy acostada o en los momentos en que me río, y no entiendo muy bien por qué. Hay algo en los tostados de queso, en las personas diciendo mi nombre, en las luces y sombras de las fotografías, la magia de escuchar bicicleta, de cantar Nina Simone, de jugar con nuestro hijo o escribir, de saber que estás conmigo, cada vez que entro a un aula llena de niños, y cuando me quedo horas y horas frente al río. Algo en esas cosas que me hacen sentir bien, aún cuando estoy a punto de caer.

Hay un lugar en donde no me dejas olvidarte, y es ahí, cuando tiene una pesadilla y viene a dormir conmigo, mientras se acurruca al lado mío lo veo y te veo, en ese gesto que hacías, mientras me mirabas, antes de abrazarme y dormirte al lado mío.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Sinsentidos

Me dicen que aprenda a pensar por mí misma
que tenga una mente crítica
que no diga que si a todo lo que me dicen
que escuche y razone
que no crea todo en todo lo que veo
que tenga una mirada crítica
que piense lo que digo
que construya mi propia subjetividad
que eso me va a hacer crecer
me va a hacer una persona pensante
con ideas propias y claras
que puedan ser discutidas
y cambiadas si llegase a creerlas
en algún momento incorrectas.

Pero cuando digo verdaderamente lo que pienso y no asiento con la cabeza, se ofende y no quiere discutir (que discutir no es pelear), charlar, intercambiar ideas y pensamientos, razones y fundamentos, puntos de vista. No para ver quien tiene razón y quién no, ni quién es mejor y quién peor, sino simplemente para aprender a valorarnos como personas, aunque discrepemos en algún tema o situación.

Que triste.

miércoles, 30 de octubre de 2013

Desbordes

Que será de lo que creí ser, instantes como marionetas, hilo por hilo, del otro lado del espejo. Girar y ver las luces encendiéndose a mi paso, girar y ver las luces, una y otra vez.
Volví a tener seis años, me reí por los agujeros entre mis dientes. Vomité mi risa en cada esquina, cada mirada, cada pedacito de lo que recordaba. Vomité mi risa con asco, con sudor y pálpitos. Quedé vacía y muda, desolada ante el mundo de cartón que edificaba mi memoria.



lunes, 23 de septiembre de 2013

café

Todo concluye en eso-pensó
Girar la cucharita del café sin gracia, y dejar salir ciertas palabras, que desde tu territorio siempre suenan a despedida.

sábado, 10 de agosto de 2013

dejarse

Espejo de lo que no soy, claustrofóbica sensación, de caer cada día un poco más en agujeros negros/Dónde habré dejado abandonadas, tantas partes de mí, ocultas de alguna forma, en algún espacio que olvidé barrer/¿Acaso me fui dejando de a poco, en cada persona, en cada instante de magia?/abandono/Me fui yendo a través de mis dedos, blancos ahora, testigos que cuentan, quién fui alguna vez.




martes, 6 de agosto de 2013

bicicletearse el alma

días de bicicletas
y de sonrisas tan lindas
que a uno le dan ganas
de lanzarse un chapuzón en ellas.

Hay que repleantear
(seriamente y no tanto)
lo necesario que es
bicicletearse el alma
de vez en cuando



jueves, 1 de agosto de 2013

Quereres ajenos

Como si te hubiese robado una chance, una puerta, algo que no era ni mío ni tuyo, pero que sin querer era un poco de ambos. No quise llevarme conmigo a los que éramos, esa conjunción mágica de instantes poco retratados al que llamábamos juventud, perdoname. En ese entonces, no entendía lo enredados que ya estábamos, no me di cuenta, o me di cuenta después que es un poco lo mismo.
Ya no sé en que idioma vomitarlo, pero ¿de qué serviría? si nuestro único lenguaje se compuso siempre de miradas inconclusas, de transportes públicos, y abrazos de más.

Es esa sensación casi tangible, de nunca volver atrás, la misma sensación, que tuve hace tiempo, cuando en un descuido rompí la cajita de música, (¿te acordás?) incluso después de pegarla, realmente parecía intacta, pero ya no sonaba, estaba muerta, embalsamada.
¿Nos maté de a poco?
¿Acaso fui yo el desagradable motivo que nos enmudeció?
Porque así es como me veo ahora, oculta en el mismo jardín, mirándonos desde la misma ventana, pero esta vez, estamos inmóviles y en un silencio desgarrador, como estatuas.

Yo sé que pedirte perdón, es un poco cagarme en vos, no te enojes, pero no me sale de otra forma. Así te quise invariablemente, un poco mal, un poco a mi manera, que no siempre fue la mejor.

sábado, 22 de junio de 2013

viernes, 21 de junio de 2013

43


 "A Horacio vos no le importás un pito"  Era ofensivo pero tranquilizador. 

(...) Pero si no le importaba, por que estar siempre ahí en el fondo de la pieza, fumando o leyendo, estar (...) como necesitándola de alguna manera, sí, era exacto, necesitándola, colgándose de ella desde lejos como en una succión desesperada para alcanzar algo, ver mejor algo, ser mejor algo. 

(...) No podía ser (para algo está la lógica) que Horacio se interesara y a la vez no se interesara. De la combinación de las dos cosas debía salir una tercera, algo que no tenía nada que ver con el amor, por ejemplo (era tan estúpido pensar en el amor el amor era Manú, solamente Manú hasta la consumación de los tiempos), algo que estaba del lado de la caza, de la búsqueda, o más bien como una expectación terrible, como el gato mirando el canario inalcanzable, una especie de congelación del tiempo y del día, un agazapamiento. Terrón y medio, olorcito a campo. Un agazapamiento inexplicable de-este-lado-de-las-cosas, o hasta que un día Horacio se dignara a hablar, irse, pegarse un tiro, cualquier explicación o materia sobre la cual imaginar una explicación. No ese estar ahí tomando mate y mirándolos, haciendo que Manú tomara mate y lo mirara, que los tres estuvieran bailando en una lenta figura interminable.

A Talita todo eso le pareció perfecto y a la vez tenía algo de cubrecama o cubretetera, de cubre cualquier cosa, lo mismo que el grabador o el aire satisfecho de Traveler, cosas hechas o decididas para poner encima, por encima de qué, ése era el problema y la razón de que todo en el fondo siguiera como antes (...)

"Yo", pensó Talita, "debiera escribir novelas, se me ocurren ideas gloriosas" ."

jueves, 20 de junio de 2013

derecho a un día de mierda

Todos tenemos derecho a un día de mierda
día en el que podemos sacarle la lengua a los bichos bolita del jardín,
que podemos patear con bronca las piedras de la vereda
y devolverle el ladrido a los perros de las casas,
mostrando los colmillos y todo.

Todos tenemos derecho a un día de mierda
mierda en las palabras que decimos
mierda en las palabras que recibimos
conversaciones que se van a la mierda
acciones que se van a la mierda
rejunte de mierda que guardamos, 
que también se va un poco a la mierda.

Días de mierda si los hay
Pero ¿Qué haríamos si no existiesen?

cuántas cajas de zapatos llenaríamos 
con tantas palabras por decir
cuántas empresas de jabón hundiríamos
con tanta rabia hecha espuma en la boca
no alcanzarían los frasquitos de mermelada
para tanta lágrima enjaulada

Días de mierda, 
qué mejor espacio
para convertirnos 
en la versión más guardada
de nosotros mismos.



lunes, 3 de junio de 2013

Incógnitas

Te diste vuelta y me miraste asombrado, casi sonriendo.
Me miraste como se miran ciertos misterios, aquellos que resultan demasiado inusuales e inexplicables, pero que aún asi, no podemos evitar admirar. Fue extraño y estoy casi segura que lo hiciste por lo que había pasado, eso de maravillarme al descubrirlos, o tal vez por haberlos guardado y por haberlos remendado con cinta, sin que ustedes se dieran cuenta. Y ahora me aparecía semanas después para devolverles sus frases, porque para mí eran suyas y nunca me habían pertenecido.
En el instante en que lo dijiste supe que cuando me conocieras realmente, te ibas a llevar una gran desilusión y que todo iba a ser, una repetición de días y noches, sólo para confirmar que yo, no era más que un rompecabezas incompleto. Quise por un instante ser, aunque sea el vestigio de lo que hubiera podido ser (bajo otras estrellas)*, un pedacito de algo inolvidable, de alguien por quien valía la pena abrir ciertas puertas, de algo más que este nudo de momentos inconclusos, frases de rayuela y batallas perdidas.

Sos una incógnita dijiste y creo que fue como si me estuvieras mirando por primera vez, como si comprendieras por fin algo mientras me mirabas, algo que yo no entendía, pero que aún asi te hacía mirarme, tal vez como se miran ciertos misterios, o tal vez te habías dado cuenta ya, de que todo era una fachada barata y que detrás de eso, no había misterio alguno, y sólo estaba yo, subida a una calesita que se caía a pedazos, invitándote una vuelta.

* "Había tanto tiempo perdido en vos, eras de tal manera el molde de lo que hubieras podido ser bajo otras estrellas (...)"


viernes, 3 de mayo de 2013

Dudas de ayer (1)

Ocurrió en el instante mismo que moría.
Mientras dificultosamente intentaba atrapar sus últimas inhalaciones de aire.
Una a una, las dudas fueron asomando a él. No eran dudas sobre lo que iba a pasar, o cuán doloroso iba a ser, si Dios existía o no. Las dudas estaban enterradas hace tiempo, en cada una de sus acciones, y nunca se había atrevido siquiera a planteárselo.
Una a una desfilaron en su mente imágenes como películas, sobre lo que hubiera pasado si tomaba o no ese tren, si le decía que se case con él, si no se hubiese enojado con su familia.
Comenzaron con dudas generalizadas, pero poco a poco, se fueron ramificando, como en un árbol, pero en otoño, cuando las hojas ya se cayeron, y queda desnudo, y uno puede ver, los caminos recorridos, por cada rama, que derivó en otra y en otra y en otra.

¿Qué hubiera pasado?

lunes, 15 de abril de 2013

No,
no entiendo
y entonces
me pongo a pensar
que me era más fácil entenderte
cuando amasábamos juntas
y me enseñabas de repulgues
de las rayas en los noquis
de las tazas de arroz.

Tal vez ni siquiera
desde ese lugar
te entendía realmente

y tal vez,
siempre serás
para mí
inalcanzable

Ojalá que no
ojalá me equivoque
y esta sea sólo una de esas cosas
que me ayuden a darme cuenta
de otras cosas
que debo estar
pifiando

Ojalá me equivoque
y deje de sentir
este vacío
de pieza de rompecabezas
perdida

Ojalá me equivoque
y dejemos de ser extrañas

(click!)

miércoles, 27 de marzo de 2013

Periplos cancela sus aventuras cotidianas (y no tan cotidianas) hasta nuevo aviso. Tal vez en dos días renazca nuevamente, o quizás en 3 meses. El problema con lo que va a pasar es, que es algo tan intangible, que no tenemos la certeza de absolutamente nada. Sólo tengo una cuasi-certeza, de que va a volver con nuevas aventuras pronto.
Gracias a todo aquel que dedico un poquito de su vida, en pasar a visitarnos, y muchas más gracias a quien paso y al leernos pudo sentir algo, por más pequeño que haya sido, algo que los haya hecho sentir vivos.
Hasta pronto!

Desde otros lados

¡Mirá esas nubes!- Le dijo emocionada, interrumpiendo quien sabe qué hermosas palabras. Miraba las nubes fascinada, y a él mucho no le importó entonces, que lo haya interrumpido.
-¿De qué estarán hechas?- Le preguntó, mientras movía la cabeza a la derecha buscando formas conocidas.
-De algodón- le dijo el sonriendo, y también buscando.
-Y de esa flema que te sale cuando estás resfriado- respondió ella seriamente.
-Pareciera que estamos como en un cosito esos de recuerdos, que movés y cae nieve, pero que son redondos en el cielo. ¿Vés? Como este cielo.
-Sí, es verdad, atrapados en un cosito nieve. ¡Mirá! 
Una bandada de pájaros que parecían hechos de papel de diario de lo frágiles y lejanos, cruzó por las nubes-flemas-de-algodón.
-Puedo sentir, que si estiro el brazo, puedo llegar a tocar el cielo, ¡Qué extraño!
-Imaginate si alguien nos está viendo, del otro lado
-¿Desde otros planetas?
-Del otro lado del cielo.

...

Se quedaron un rato mirando, ensimismados. Ella relojeaba de a ratos el mar, que parecía perderse en el cielo. Mientras, intentaba recordar las palabras de un cuento que había leído hace tiempo, " (...) helados en un tiempo tan antiguo como la cola de un cometa."

...

-El cielo no me asusta tanto, es un misterio que personas como vos y como yo, nunca vamos a resolver. Me refiero, a que no voy a ir mañana en un cohete espacial. Está cerca y lejos nuestro.
Lo que me aterra es el mar, las aguas, y todos sus abismos y secretos. Es una idea que me viene revoloteando desde que leí un cuento de Ray. Pensá, puede que allá abajo vivan criaturas que existían hace millones de años, y sigan viviendo así, como se vivía hace millones y millones de años, desconociendo la existencia humana, y un día sin más ni menos..

 ¡Púmbate! ¡Se despiertan y quieren venir a comernos!

Una risa contagiosa empezó a subir entre los dos, esa risa que se mezcla con el miedo, la adrenalina y el frío. Se reían, porque eran jóvenes, y estaban juntos cerca del río, y todo lo demás importaba poco en ese instante, mientras se reían, adentrándose en los misterios más antiguos de este mundo.

- Ahora sí estoy empezando a tener un poco de miedo- le dijo él todavía con un rastro de sonrisa, mientras se sentían ruiditos alrededor del río.

A esta hora de la noche, todo estaba permitido, desde otros seres mirándonos desde otros mundos, hasta serpientes marinas de doce metros, dormidas desde hace quince millones de años, bajo nuestros pies. Después de todo, el cielo tal vez no es tan lejano, pensó mientras veía en los ojos de él, como millones de estrellas fugaces, encontrándose.

lunes, 25 de marzo de 2013

Utopía barata

Nunca me sentí a tu altura. Vos te erguías, largo, infinito, asomándote a los misterios del mundo, mientras yo apenas, alcanzaba un poquito de cielo, en el intento de treparme a un arbusto inestable.
Fuiste una sombra con muchas, (pero limitadas) caras. Hubo una que nunca me dejaste ver, y eso (creo yo) me fue matando de a poco. Yo sólo llegué a conocerte a medias, ni siquiera me adentré en los jardines de tu patio, apenas si llegué a tocar el timbre, que no siempre atendías, y yo me quedaba en la puerta, esperando. Nunca sentí que pudiera realmente tenerte, que pudieras mirarme a los ojos y ver una respuesta, que fuese alguien por quien te desvelaras noches enteras. No niego que me quisiste, lo hiciste, pero siempre desde el umbral, por las dudas, siempre con ese maldito cuidado de no dejarte llevar por ningún impulso, ni por nada.

Me limité a creer que eras asi, que ni yo ni nadie alcanzaría jamás a recorrerte del todo, y es por eso, que siempre fuiste para mí una utopía, que cuanto más cerca tuyo estaba, no te llegaba ni a acariciar el alma, por más que estirara y estirara el brazo, y se me mezclara la sal de las lágrimas en el fondo de tu vaso. Y el abrazo al final era una mentira, un intento en vano de querer sentirnos un poco menos solos. Y yo lloraba, porque por más que estuviese al lado tuyo, por más que me estuvieras abrazando, te sentía infinito, abismal, te me escurrías de los brazos. Siempre fui una baldosa suelta, de esas que te acordás los días de lluvia, en los momentos de desesperación, y ni siquiera. Y vos eras como un humo gris, un humo gris, salido de quién sabe, que mágico cigarrillo homicida, eras como ese que salía de tu boca, la tarde que nos sentamos frente a la fuente, sin saber que más decir. Eras un humo gris, que se alejaba cada vez más, como ese que escapaba de tu boca, esa tarde que me dijiste que me querías tanto cómo para dejarme ir, y yo no dije nada, porque ya no había diccionario en donde ocultarme de tanta mierda intangible, y ni siquiera.

martes, 19 de marzo de 2013

Como asuntos pendientes

- Tengo miedo que te vuelvas un asunto pendiente. Algo que nunca descubrí, cómo una droga que nunca probé, por dos cosas, el miedo de volverme adicta y la certeza de saber que en cierto punto me va a hacer mal. Es estúpido, ya lo sé, porque vos me viniste a buscar y yo te dije que no. Y ahora estamos los dos, más sólos que antes.  ¿Te digo algo que me gustaría olvidar mañana? Me da miedo que en un futuro quiera decirte que sí, y que ya no pueda distinguir si es porque realmente quiero probar esta vez, o si es porque te volviste un asunto pendiente para mí. (¿Será lo mismo?) Como si el pasar de los años te hubiera añejado, en mis recuerdos, en todo mi cuerpo. Sería triste, pase lo que pase, es demasiado egoísmo de mi parte. Lo que verdaderamente me aterra es volver a equivocarme. Rasgar una cascarita que ya había cicatrizado, sin ninguna certeza de nada. No podría soportar la culpa. ¿Entendés?

- Sí, y no. Podrías decirme que sí ahora, y ya te sacás la duda, ¿No te parece? Ya paso demasiado tiempo, pero cuanto más esperes, más tiempo va a crecer entre nosotros. No te entiendo, quisiera pero no. No entiendo tu necesidad de complicar tanto las cosas. Antes me atraía ese laberinto que es tu mente, me emocionaba la idea de recorrerte, de sorprenderme a cada recoveco. Pero ahora creo que me daría pena recorrerte Adela, me pongo a pensar en lo que me puedo encontrar del otro lado del muro, y me dan ganas de llorar, de tristeza, por mí y por vos también.  Te siento lejos, como en otro lado, en otro mundo, agarrándote de recuerdos. Quisiera ayudarte, pero creo que estás a gusto ahí, como girando en una calesita que no va a ningún lado. Quisiera entenderte, pero no puedo, a veces complicás demasiado las cosas.

-Puede ser. Me agarra una idea y no me suelta, y me enrieda.  Este tema de los asuntos pendientes me esta desarmando. No me deja pensar con claridad, me atasco en hoy, pensando en mañana (como siempre) y así, me cuesta mucho avanzar. Y tambaleando, no miro alrededor, y eso no me gusta. No me gusta no darme cuenta de lo que me rodea, de quienes me rodean, no me gusta nada, pero no se que hacer.
No, desarmar no es la palabra, tengo la sensación que debe tener un fósforo después del primer fulgor, en ese momento en que el fuego ya se apagó y lo negro lo está carcomiendo por dentro. No puedo sacar de mi cabeza, la imagen de los asuntos pendientes, como un rollo de fotos que nunca revelaste, y tenés ahí en el cajón haciendo ruido. Y tenés miedo de revelarlos, porque no sabés con que te podes encontrar. Porque ya dejaste pasar, demasiado tiempo.

- Sé que no crees en las promesas, ¿Pero me concederías una?
-Depende
-Si en veinte años, decido bajarme de esta calesita, y mirar el mundo con otros ojos. ¿Te gustaría recorrerlo conmigo?
-¿Veinte años?
-Quince
-¿Diez?

-Diez




miércoles, 13 de marzo de 2013

Algo pasa

Se acerca otoño, mi época preferida del año. Lo puedo sentir, ese viento de nostalgias que espera envolver bufanfas y mentes. No entiendo. Paso la mayor parte del otoño triste, aún así, lo espero todo el año. Algo debe estar fallando adentro mío. Este placer que me provocan los andenes grises, sentir el frío en los huesos, tener pensamientos controversiales constantemente. Definitivamente algo está mal en mí.
otoño
hojas

ruiditos
harry y sally
llorando 
taza de capuchino caliente
bufanda azul
Rayuela
cortázar
plazas con hojas en remolino
abrazar
trenes
juegos de mesa 
leer

frío
polainas
caminar
guitarra
antes
lisandro aristimuño
abuela
pantuflas

témperas
té para tres.



sábado, 9 de marzo de 2013

Debajo de

Aborrezco esa sonrisa. Me dan ganas de arrancarla, pisotearla, demolerla, escupirla, agujerearla, triturarla, hasta que quede seca, sedienta de alegría.

Esa sonrisa, me descoloca, me pone frenética, me da asco, me hace temblar de la rabia, me da acidez de estómago, me burbujea las entrañas. Me nacen ganas de regurgitarte, de las náuseas que me provoca, para volverla una mueca inmunda y chorreante, desagradable.


 Me gustaría desgarrarte la cara, sacarte la piel de a poco, como tiras de papel, una a una. Desperación de  averiguar si todavía existe, del otro lado, algún rastro de quién eras.










sábado, 2 de marzo de 2013

Verdeazul en el río del recuerdo

Lo tengo guardado en mis ojos.

El verdeazul del río, esa mañana que nos tiramos para despertarnos, cuando nos creíamos inmortales, y le ganábamos al sueño, al hambre, al cansancio, al que dirán. En aquel entonces, el mundo era nuestro y sólo bastaba con estirar la mano para alcanzar "algo". Ese algo que a veces, (y sólo a veces) llegaba a ser magia.

El verdeazul del río, y tu sonrisa vomitando luz, esa mañana, me hicieron creer, que hay cosas, que sí son para siempre. Y creeme que con esto, no hablo de vos y de mí. Seguramente dentro de 10 años, ni siquiera sepa que es de tu vida. Quizás me entere (a través de mates entre amigos en común) cosas insignificantes para mí, como el nombre de tu esposa, tu puesto de trabajo, la edad de tus hijos. Pero no voy a lograr saber si seguiste o no, pintando esos retratos absurdos (con los dedos siempre), si seguís odiando el edulcorante o que te hagan sentir inútil, si seguís creyendo o no en la magia.

Con suerte, alguna vez, nos cruzaremos en alguna terraza en año nuevo y entre el alcohol barato y la necesidad de sentirnos felices, nos invada la nostalgia, (ese humo pesado, que se mezcla con el aire y nos asfixia). Tal vez te pida fuego (sí, puede pasar que empiece a fumar) y te acercás para decirme que ya no fumas, te acercás, porque la música está fuerte y yo no te escucho, y entonces lo veo, veo a los fuegos artificiales estallándo en tus ojos. Y yo sonrío, porque recuerdo, y eso se siente bien, y un poco mal también.
 Tal vez el alcohol me destrabe un poco la lengua, y te pregunte, si todavía te acordás del verdeazul del río de esa mañana que nos tiramos para despertarnos.


Hay cosas que sí son para siempre, como la foto en mis pupilas, de tu sonrisa vomitando luz, esa mañana en la que alcanzamos "algo", ese algo que a veces, (y esa vez fue) magia.

viernes, 1 de marzo de 2013

Culpas de otros (hacia otros)

 Se dió vuelta hacia ella, con los ojos desbordantes de desiertos, que no decían absolutamente nada.


_No me mires así. ¿Te doy asco?
Lo hubieras pensado antes. Antes de dejarme este gusto amargo todos estos malditos días con eso de que querías escuchar la verdad. ¿Qué pensaste? ¿Que este jueguito absurdo nos iba a terminar envolviendo y haciéndonos sentir mejor? ¿Que la mierda que nos embarra las rodillas se iba a desvanecer de golpe? El olor putrefacto de todo esto, es lo que nos desmaya y nos levanta al mismo tiempo. ¿No entendés? Es exactamente la misma mierda, la que nos hace avanzar y la que nos detiene. Es un maldito círculo patético, y es siempre, siempre lo mismo. 

Y vos me pedías una verdad. ¡Una verdad!
Ni yo sé como pude tenerla tanto tiempo guardada, creo que la escondí tan adentro, que me lo creí, me creí toda esta basura, me creí capaz de encontrar un poco de felicidad afuera de esto. ¡Qué idiota! 
Y vos, siempre al acecho, siempre tironeando la soga, siempre con tus estúpidos ideales justicialistas. Yo no decía nada, pero claro que lo podía ver, ese sobresalto sutil cada vez que me sentías cerca. Creo que en el fondo sabías que no podías esperar nada bueno, sabías que en cualquier momento todo se iba a caer en pedazos, y que esta vez, no lo ibas a poder cubrir con caricias vacías, ni de vos, ni de mí.

No me mires así, lo hubieras pensado antes_.

lunes, 25 de febrero de 2013

Garabato en lunes

Garabato se distrajo. Lentamente las hormigas hicieron fila para subirse a los dedos de su pie. En ese instante tuvo una sensación, parecida a esa que ocurre cuando se te duerme el pie y las sopló con bronca.
Después se arrepintió y les hizo un barquito con una servilleta, para que no se ahogaran mientras cruzaban el gran océano que formaba el charquito de la vereda.

jueves, 21 de febrero de 2013

Dar el primer paso


Hay algo que me quedó haciendo ruido, después de una clase de biología.
La mutación, el cambio, lo que hace posible la evolución, se da por un error,
un mal conteo en el código genético, una falla.

martes, 19 de febrero de 2013

Llueve

Just in time - Nina Simone (Live in Paris)


Justo a tiempo, me encontraste justo a tiempo
Antes que llegaras mi tiempo se acababa
Estaba perdida, los dados perdedores estaban lanzados
Mis puentes estaban cruzados, sin lugar a donde ir
Ahora estas acá, ahora se a donde voy
No mas dudas ni miedo, encontré mi camino

Asi que vamos a vivir hoy, de todos modos
Me has cambiado una vez más
El amor llego justo a tiempo, me encontraste justo a tiempo
Y cambié mis noches solitarias ese afortunado día.

miércoles, 13 de febrero de 2013

bicicletalandia

Trepa a su mundo a dos ruedas, y sale a rodar.
Figuras como acuarelas, entran y salen sin descuido, de sus pupilas, formando una historieta bizzara y divertida. Lo que más le gusta de pedalear, es dejarse llevar por el viento, y sentirse parte de él, el cosquilleo que le da dejarse caer en alguna calle en bajada, la facilidad con la que un pequeño pozo, puede tambalear su mundo.
No es peatón, pero tampoco es un auto, ni una moto, ella está sobre ruedas, pero a diferencia de otros, es su propio motor. Alrededor, todo lo siente a distintas velocidades, sin querer, las historias de los transeúntes se cuelan entre las ruedas, millones de escenas, torbellinos de memorias y diálogos inconclusos, acuosos, desordenados, que almacena en cada viaje, que le gusta sacar a pasear, de vez en cuando.

viernes, 25 de enero de 2013

Punto de inflexión


Lo aprendió un martes lluvioso, mientras su madre preparaba empanadas de queso y cebolla, para el almuerzo. El punto de inflexión, está en el repulgue. No importa cuán buena esté la masa, o si la marca del queso es la mejor, si uno falla en esta tarea, el final es desastroso, el interior, escapa, se derrite, se vuelve un cosa quemada, sucia y absolutamente despreciable, en un rincón del horno.

-No importa cuánto me esforcé en su momento, jamás pude hacer un repulgue digno de recordar, tal vez eso influye que nunca pude cerrar una maldita puerta en mi vida,  y así voy, de horno en horno, siempre a punto de quemarme, arrastrando (a mi pesar), continuamente futuras-cosas quemadas-despreciables, que se vuelven asuntos pendientes-. Dijo mientras se reía con asco, vomitando esa repulsión que le daba, el tener la certeza de estar tan cerca de sí mismo.



¿Qué hacemos?


lunes, 7 de enero de 2013

Re-hacer

No se si termino de creer en las oportunidades de un año nuevo.
Estoy en la muralla que divide, el confiar que  podemos empezar de nuevo, y el saber que arrastramos nuestro pasado, pasen los días, los años o los meses. Quiénes fuimos, o cómo reaccionamos, qué perdimos, qué ganamos, qué queda o qué ya no vuelve más.

No se si termino de creer, que puedo aparecer, y decirte: Empecemos de nuevo. Como si nada hubiera pasado, como si todo lo que sentiste, y todo lo que sentí, en el transcurso de estos años, pudiera desaparecer de golpe. Y con esto que digo, no es que no crea que las cosas se pueden transformar, porque sí creo, que todo lo que te quiero, y todo lo que me quisiste, pueden derivar en otros quereres, más sanos, para los dos.

No se si puedo creer, que con eso va a bastar.
Me puedo ver a mí, enfrente tuyo, riéndome, porque me río cuando estoy nerviosa, me río cuando no se que hacer, y no me salen las palabras, y me enriedo. Y puedo verte a vos, parado enfrente mío, o más bien sentado, como dicen que se sentaban los indios, tal vez arrancando algún pastito del suelo, sólo que esta vez no me lo tirás, porque ahora las cosas son distintas.
Y a mí, de alguna manera, se me destroza el alma, pero no digo nada, porque "es mejor asi", porque estoy cansada de arruinar las cosas, porque siento que todo lo que toco lo rompo, y que ya no bastan acordes para enmendarlo.

Y por eso es que no digo nada, porque te veo bien, y contento, y me gusta verte asi, demostrándole a la vida, que no te puede apagar, que el fulgor está en vos, como siempre te dije (aunque no me creías), y encontrando nuevas maneras, nuevas personas para ayudarte a brillar mejor.

Y es porque te veo bien, que no digo nada, porque esta vez no quiero ser egoísta, pensando que te puedo ayudar en todo, intentando arreglarte los problemas, para no verte triste. Porque se que hoy muchos harían eso por vos, y de verdad me pone contenta.

Porque me gustaría creer que dentro de un tiempo, si nos llegáramos a  cruzar otra vez en un colectivo, ese día tan normal, pueda volverse, un día mágico.


Porque si alguna vez, estamos sentados en alguna plaza, y vos de casualidad arrancás un pastito, me gustaría creer, que me lo volverías a tirar, sólo para molestarme, y para demostrarle al mundo, que a esta amistad tan piola, le sigue bastando con un pastito, de alguna plaza, en algun lugar.