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sábado, 2 de marzo de 2013

Verdeazul en el río del recuerdo

Lo tengo guardado en mis ojos.

El verdeazul del río, esa mañana que nos tiramos para despertarnos, cuando nos creíamos inmortales, y le ganábamos al sueño, al hambre, al cansancio, al que dirán. En aquel entonces, el mundo era nuestro y sólo bastaba con estirar la mano para alcanzar "algo". Ese algo que a veces, (y sólo a veces) llegaba a ser magia.

El verdeazul del río, y tu sonrisa vomitando luz, esa mañana, me hicieron creer, que hay cosas, que sí son para siempre. Y creeme que con esto, no hablo de vos y de mí. Seguramente dentro de 10 años, ni siquiera sepa que es de tu vida. Quizás me entere (a través de mates entre amigos en común) cosas insignificantes para mí, como el nombre de tu esposa, tu puesto de trabajo, la edad de tus hijos. Pero no voy a lograr saber si seguiste o no, pintando esos retratos absurdos (con los dedos siempre), si seguís odiando el edulcorante o que te hagan sentir inútil, si seguís creyendo o no en la magia.

Con suerte, alguna vez, nos cruzaremos en alguna terraza en año nuevo y entre el alcohol barato y la necesidad de sentirnos felices, nos invada la nostalgia, (ese humo pesado, que se mezcla con el aire y nos asfixia). Tal vez te pida fuego (sí, puede pasar que empiece a fumar) y te acercás para decirme que ya no fumas, te acercás, porque la música está fuerte y yo no te escucho, y entonces lo veo, veo a los fuegos artificiales estallándo en tus ojos. Y yo sonrío, porque recuerdo, y eso se siente bien, y un poco mal también.
 Tal vez el alcohol me destrabe un poco la lengua, y te pregunte, si todavía te acordás del verdeazul del río de esa mañana que nos tiramos para despertarnos.


Hay cosas que sí son para siempre, como la foto en mis pupilas, de tu sonrisa vomitando luz, esa mañana en la que alcanzamos "algo", ese algo que a veces, (y esa vez fue) magia.

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