Garabato se distrajo. Lentamente las hormigas hicieron fila para
subirse a los dedos de su pie. En ese instante tuvo una
sensación, parecida a esa que ocurre cuando se te duerme el pie y las sopló con
bronca.
Después se arrepintió y les hizo un barquito con una
servilleta, para que no se ahogaran mientras cruzaban el gran océano que
formaba el charquito de la vereda.
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