Como
jugando a la rayuela me
pierdo en veredas-escaleras, subiendo y bajando, y cayendo.
En
esquinas borrosas de carboncillo, que no dejan distinguir los rostros, que ya son lineas, muy delgadas, que ya no son nada.
Entre piernas de tiza gastada, que van y que vuelven, que no saben a donde vamos, ni siquiera a donde estamos.
Entre piernas de tiza gastada, que van y que vuelven, que no saben a donde vamos, ni siquiera a donde estamos.
Despacio
caen las piedras, agujereando techos ajenos, pequeñas y gruesas capas de ozono, cubriendo como sombreros,ideas conformistas.
Despacio caen las piedras, en diacronía con el tiempo establecido,
enfrentando cabeza y sentir, actuar y tiempo, causa y efecto.
enfrentando cabeza y sentir, actuar y tiempo, causa y efecto.
La
calesita sigue girando, entre
tantas palabras desajustadas
entre
tazas de cafe olvidadas, entre nostalgias, por nunca abrir la puerta.
Y las piedras siguen cayendo, del cielo a la tierra.
Y las risas siguen cavando, de la tierra al cielo.
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