Bocas que se abren y cierran sin decir nada.
La corteza cae, y todo se vuelve vulnerable.
Caer en un mismo vaivén, el de las miradas mudas que vienen y se van.
Hay algo ínfimo en la observación pasiva, el estar y no estar, hay algo en esa sutil diferencia, que perturba.
Hay algo que ahoga, un nudo que oprime y no suelta.
Un nudo hecho de cosas que nunca se dicen.
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