De chica, me gustaba creer que cada vez que comía fruta y sin querer tragaba una semilla, un árbol iba a crecer en mí.
Que un día iba a levantarme y estirar los brazos, y de ellos iban a salir ramas que de a poco iban a ir creciendo, hasta volverse infinitas, con hermosas hojas de todos los colores.
Mientras, el viento que teje y desteje, me atravesaría, como hamacándose en mí.
Y que algún dia, iba encontrar mi lugar en el mundo, para poder hacer un huequito en la tierra, meter mis pies ahi adentro, y echar raíces, para llenarme de sol, de agua, pájaros, y de música del viento.
Ojalá en algún tiempo mis hijos todavía puedan seguir soñando en un mundo verde, donde todavía existan semillas, y ramas infinitas, y hojas bien verdes, amarillas y rojas, sol, raíces, pájaros, y viento.
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