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lunes, 30 de julio de 2012

De terremotos (2)

Se despertó temblando. Había visto algo, que no quería ver.
Ese pensamiento fue, el inicio de un largo deterioro, de un sin fin de agujeros negros, de cabos sueltos, de cosas, personas, momentos, que dejaría pasar, y que terminarían convirtiéndose en cuentas pendientes, en consecuencias al parecer infinitas, que no le darian tregua.
Se despertó. Las manos estaban en un trance, aterradas, sin poder frenarse.

(Desde mi infancia, el asunto de las manos, me había causado ciertos inconvenientes, "Quién va a pagar tanto plato roto" decía mi abuelo en tono de broma, mientas mi madre, con el trapeador ya en acción, ponía su odiosa cara de resignación. La señorita Raquel de tercer grado, había luchado, contra viento y marea, por la prolijidad de mi escritura. Debo reconocer que hubo ciertos avances, pero nunca del todo, nunca fue un exterminio del asunto. 
El tema en cuestión empeoró aquella noche, en la guardia del hospital, luego del accidente. Mi madre, se encontraba con los ojos perdidos, a mi lado, pero ausente, balbuceando palabras en un dialecto inentendible, de las cuales, en aquel entonces pude rescatar:  " desgracia" y "dios", luego fue callando de a poco, hasta quedar vacía y solamente se limitó a abrazarme. Mi padre, en cambio, daba vueltas y vueltas por el patio del hospital, en una especie de marcha militar, mientras tocaba su bigote, y encendía sus cigarros.)

_ No existe una solución_ pensó. Había algo en su interior, que hacía que cada vez que sentía esa desesperación, esa sensación de impotencia, de vacío absoluto, la maquinaria comenzara a funcionar, y sus manos a estremecerse como en un trance.

Se despertó temblando, podían verse sus manos, como queriendo escapar de su propio cuerpo, pero lo que no podía verse era como temblaba por dentro. En él habitaba un terremoto que prometía arrasar con todo a su paso.

Se puso de espaldas al muro, no quería saber, por lo menos por ese instante que sucedía más allá. _ Qué importaba si el muro se derrumbase_ pensó _No hay derrumbe, si no hay nadie que lo vea, que lo escuche, que lo sienta_.  Mientras pensaba esto, unas palabras vinieron a su mente, desde algún lugar, desde sus recuerdos. Abrió la boca, casi involuntariamente y las dejó escapar.

" (...) Tiemblo como las luces
tiemblan sobre las aguas.

Tiemblo como en los ojos
suelen temblar las lágrimas.

Tiemblo como en las carnes
sabe temblar el alma.(...)"

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